Comida bella, bellissima

Newsletter del viernes 21 de marzo de 2025

Cristina Alvarez, directora de Cocina Fácil
Cristina Alvarez

Directora de Cocina Fácil y periodista especializada en gastronomía

Tagiatelle dorados
Istock

Lucrezia Borgia era muy hermosa. Era hija de del Papa Alejandro VI y se casó tres veces. Su mano era casi una moneda de cambio para su familia, y la aprovecharon para ganar todo el dinero y el poder que pudieron. Cuenta una bonita leyenda que, para su tercera boda (1847), con Alfonso I d'Este, duque de Ferrara, el chef encargado de cocinar el menú nupcial se inspiró en su belleza para crear uno de los platos.

Concretamente cuentan que el chef Zafirano, nacido en la región de Bolonia, quiso recrear el pelo largo, rubio y ondulado de Lucrezia en un plato de pasta. Preparó la masa casera y la cortó en tiras, ni muy anchas ni muy estrechas, para simular los mechones de la cabellera de la joven Borgia. Y creó una de las pastas más famosas del mundo: los tagliatelle.

El nombre de la pasta no es porque sí. Viene de tagliare, que significa cortar. Y es que el ancho de los tallarines tiene que ser exactamente de 8 milímetros una vez cocidos. Así lo dicta la Cámara de Comercio de Bolonia, que los compara con la altura de la Torre Asinelli, el monumento medieval más famoso de la ciudad. La torre mide 97'2 metros, o lo que es lo mismo, 97200 milímetros. Entre 8 (lo que mide un tagliatelle), da 12150. Así que cada cinta de pasta es 1/12150 de la Torre Asinelli. Buff qué lío...

La receta creada por Zafirano para la boda de Lucrezia Borgia no está documentada, pero está claro que si el objetivo del chef era recrear su pelo rubio, no serían los tagliatelle bolognese, los más icónicos de la ciudad, porque... ¡la boloñesa es roja! jajajaa. Cuenta la misma leyenda que el cocinero añadió un poco de azafrán a la masa para potenciar su color amarillo y los cocinó con una crema a base de mantequilla, nata y parmesano. ¿Quieres descubrir la receta?

P.D.: en la Pinacoteca de Milán se conserva un mechón de pelo de Lucrezia Borgia, dentro de una vitrina de cristal. Fue un obsequio que la joven envió a su amigo Pietro Bembo (las malas lenguas cuentan que era su amante), un regalo más romántico pero menos sabroso que un plato de tagliatelle. 🤣🤣🤣

Muchas gracias por estar al otro lado de la pantalla.

El viernes que viene, más.

Buenas compras

 

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