La pequeña de los Grimaldi
Stéphanie Marie Isabelle Grimaldi Kelly (55 años de edad) se ha ganado a pulso el apodo de 'la princesa rebelde' Es la hija menor de Raniero III y Grace de Mónaco. Ha estado casada con Daniel Ducruet y tienen dos hijos en común: Louis (27), Pauline (26). Camille Gottlieb es fruto de su relación con Jean Raymond Gottlieb. Nacida para seguir el protocolo, decidió vivir una vida radicalmente distinta a la que le tenían preparada. Hizo de modelo, diseñadora, cantante, actriz, artista de circo... y, sobre todo, llevó a su padre de cabeza con una vida amorosa de vértigo.
Estefanía nació el 1 de febrero del 65 para revolucionar Mónaco. Fue una niña movida que sacaba la lengua a los fotógrafos y alteraba con sus gritos los actos oficiales. Sus padres, Rainiero III de Mónaco y la actriz Grace Kelly, intentaron enderezarla pagándole las mejores escuelas e incluso internándola en una de ellas pero o se escapaba o la expulsaban. Consiguió acabar secundaria y no quiso seguir porque, como ella llegó a decir, “la sola idea de la Universidad, me aburre”.
La suya fue una adolescencia complicada que acabaría marcada por una terrible tragedia. El 14 de septiembre de 1982 tuvo un accidente de coche con su madre que costaría la vida a esta última. Mucho se especuló sobre aquel fatídico día y llegó a decirse que era Estefanía quien llevaba el coche sin poder conducir todavía o que hubo una fuerte discusión entre ellas que provocó el accidente. Pero veinte años más tarde, Estefanía rompería el silencio y diría que "mi madre confundió el pedal del freno con el acelerador; yo no sé qué le pasó" para acabar confesando sentirse "víctima de la opinión pública".
Una vida amorosa frenética
Paul Belmondo, el hijo del actor Jean-Paul Belmondo, fue el primer novio oficial de Estefanía y quien estaría a su lado durante el proceso de recuperación de aquel terrible accidente. Antes, sin embargo, la princesa ya había salido con el aristócrata Urbano Riario Sforza Barberini Colonna, cuatro años mayor que ella y quien empezó a llevarla de fiesta; con el príncipe Philippe de Lieja, con Edouard de Lobkowicz, con Ted Kenndy Junior e incluso con Miguel Bosé.
Con Paul estuvo más de dos años, vivieron juntos en París y empezó a trabajar como estilista en la casa Dior. Hasta que llegó Anthony Delon, hijo de Alain Delon, y se terminó su historia con Belmondo para, dos semanas más tarde acabar también la de Delon.
A partir de aquella ruptura se hizo imposible seguir los pasos de Estefanía en el amor. Su ritmo era vertiginoso. Desde el 84 hasta el 91 pasaron por su vida: el piloto Stephan Johanson; el playboy Michael Fitousi; el fotógrafo François Darmigny; los actores Cristopher Lambert y Rob Lowe; el playboy francés Mario Oliver; el hijo del ex presidente de Estados Unidos John F. Kennedy, John John Kennedy; el productor discográfico Ron Bloom, quince años mayor que ella y con quien estuvo viviendo en Los Ángeles; el amigo de Alberto de Mónaco, Jean-Yves Lefur, con quien estuvo a punto de casarse, y el empresario Jerôme Lausseur. Ahí es nada.
Prolífera también en lo profesional
Su vida profesional tampoco se ha caracterizado por la estabilidad. A los 18 años inició un curso de diseño en la casa Dior, en París, y a los 20 trabajaba como modelo para la agencia First y lanzaba con su amiga Alix de la Comble una línea de bañadores, Pool Position, que tuvo mucho éxito.
Cuando cumplió 21 años hizo realidad el sueño de convertirse en cantante con su disco 'Besoin', del cual fue éxito rotundo el single ‘Huracán'. Y se convirtió en un rostro habitual en televisión con sus videoclips rodados en las Islas Mauricio y en Tenerife. De la canción pasó al cine con la película 'Estefanía de la a hasta la z' y firmó un contrato con la Paramount. La televisión también la sedujo, presentando algunos programas como un especial de magia de la BBC y llegando a participar en seis episodios de la serie ‘Dallas’.
En el 89 sacó su propio perfume, Stéphanie, y dos años más tarde volvería al mundo de la canción con su segundo disco, 'Winds of chance', en el que dedicó la canción 'Los héroes no tienen mañana' a su cuñado, Stéfano Casiraghi, fallecido en un trágico accidente el 3 de octubre del 91. Su siguiente objetivo fue convertirse en empresaria invirtiendo en las tiendas restaurante Replay Café.
Idilio con su guardaespaldas
Aquel 1991 se conoció la relación con su guardaespaldas, Daniel Ducruet, a través de unas fotografías en las que aparecían en actitud muy cariñosa en Estoril (Portugal). Al año siguiente, abandonó la música presionada por su padre y en junio hizo público su primer embarazo. En los dos últimos meses Rainiero le había suspendido la mensualidad que le asignaba de 24.000 euros. Y cuentan que para presionar a su padre y que levantara la suspensión, vendió la exclusiva de su embarazo. Pero lo que sí consiguió fue que Rainiero y Carolina la apartaran de los actos oficiales.
Pocos días antes del nacimiento de su hijo, Estefanía y Daniel se mudaron a su nueva casa en Clos Saint Martin (Mónaco). Tenía cinco plantas de 600m2 cada una, diez dormitorios, ocho cuartos de baño, garaje para varios coches, gimnasio y pista de tenis cubierta. Y el 26 de noviembre del 92 llegó Louis y la princesa vendió de nuevo la exclusiva de sus primeras fotos como mamá, esta vez, para donar el dinero a Unicef.
En mayo del 93, el ex guardaespaldas aparecía junto a la princesa por primera vez en un acto oficial. Fue en la entrega de los World Music Awards. Sin embargo, la pareja estuvo muy lejos de Rainiero y Carolina. Mientras estos veían la ceremonia desde la tribuna oficial, Estefanía y Ducruet lo hacían mezclados con el resto del público. Un mes más tarde, y con la ayuda de su hermana Carolina, Estefanía se reconciliaría con su padre, eso sí, Rainiero pondría condiciones: no podría casarse con Ducruet, acudiría a los actos oficiales sola y Daniel no tendría trato con la familia ni participaría de la vida oficial del Principado.
Pero parece ser que los nietos consiguen ablandar a su alteza y tras el nacimiento de Paulina (4 de mayo de 1994), la segunda hija de Estefanía, Rainiero da el visto bueno a una boda con Ducruet, que se celebra el 1 de julio del 95 en el Ayuntamiento de Mónaco. Y en noviembre, la pareja aparece junto al resto de la familia por primera vez en la Fiesta Nacional de Mónaco, aunque, eso sí, en balcones distintos.
Escándalo en el principado
Ducruet asistiría a pocas celebraciones oficiales más porque tan solo un año más tarde de su boda, los ‘paparazzi’ pillaron al guardaespaldas haciendo el amor con una cabaretera francesa, Fili Houteman. La noticia hizo que Rainiero montara en cólera y exigiera a su hija que rompiera con Daniel, pero Estefanía estaba dispuesta a perdonarlo. No obstante, acabaron divorciándose tras una acalorada discusión en la que, según testigos presenciales, Ducruet le propinó una sonora bofetada y acabó en comisaría. Ella se quedó con los niños, la guardia y la administración de bienes, como establecía el contrato que hizo firmar Rainiero a Ducruet antes de su boda. Y años más tarde, Daniel escribiría un libro, 'Carta a Estefanía', donde le pediría perdón y diría de ella que fue el amor de su vida.
Tras aquel matrimonio, la princesa siguió su periplo amoroso y tuvo idilios con el monitor de esquí Boris Brun, con el modelo Markus Schenkenberg e incluso con el multimillonario Dodi Al-Fayed. Hasta que un nuevo guardaespaldas entró en su vida: Jean Raymond Gottlieb, amigo de Ducruet, que se convertiría en el padre de su tercera hija: Camila Marie Kelly (15 de julio de 1998). Pero no duró mucho la relación, porque, ya embarazada, se dejó ver con el portero del Mónaco, Fabien Barthez. Al poco tiempo le tocaría el turno al cantante Philippe Sanchez y un año más tarde, entraría en su vida Piere Pinelli, hijo de los dueños del restaurante Le Galion, en Auron, donde trabajaba como camarero y donde Estefanía también trabajaría de camarera tras romper con él cinco meses más tarde de haber empezado la relación.
Los continuos escándalos de Estefanía solo provocaban más y más inestabilidad en su vida y, sobre todo, un profundo distanciamiento con su hermana y su padre. Pero la princesa rebelde parecía no poder reducir la velocidad a la que vivía y en verano del 99 ya tenía nuevo amor: el monitor de esquí Olivier Chosset. Llegaron a vivir juntos pero, otra vez, la relación duró menos de un año y Estefanía cayó en una profunda depresión.
El domador de elefantes y director de circo suizo Franco Knie fue el encargado de darle una nueva ilusión. Con él, Estefanía trabajó y mantuvo una relación desde agosto del 2000 a febrero del 2002, pero al director le salió un serio competidor bajo su carpa. Se trataba del acróbata portugués Adan Lopes Peres, que 10 años más joven que la princesa, se convirtió en su tercer marido en una ceremonia secreta en septiembre del 2003. Pero, para no perder la costumbre, el matrimonio duró solo un año y dos meses, y una vez obtenido el divorcio, Estefanía rápidamente reanudó su vertiginosa vida amorosa con el crupier Franck Brasseur.
La muerte de Rainiero
El 6 de abril del 2005 muere Rainiero y se calcula que, en herencia, deja unos 1500 millones de euros a repartir entre sus hijos. A parte, entre los objetos que recibe Estefanía, parece ser que hay la ropa y las pieles de su madre y la colección de Barbies iniciada por Grace y expuesta en el Museo Nacional.
Tras la muerte de su padre, su hermano Alberto le otorgaría la Gran Cruz del Orden de los Grimaldi y, respondiendo a sus peticiones, se trasladaría a un apartamento del ala privada de palacio. Durante aquella época, tenía un nuevo novio: el camarero Mathieu Snieft, aunque la prensa se llenó de noticias acerca de una posible reconciliación con Daniel Ducruet porque la pareja se estaba viendo constantemente. Pero no llegó a confirmarse y Estefanía encontró un nuevo amor, el cantante Merwan Rim. Tras este llegaría el atleta Sébastien Gattuso y en 2012 volvería a su ‘pasión circense’ enamorándose del acróbata marroquí Shaffik Mohamed, 20 años menor que ella.
A pesar de sus extravagancias y de sus devaneos, Estefanía es una Grimaldi muy querida en el Principado y hoy acude a los actos oficiales en los que se la requiere y vive volcada en sus hijos, como ella dice: “Soy una madre leona: no hay que tocarlos. Y no me han salido del todo mal, ¿no? Me las he arreglado bien. Son guapos y les he metido en la cabeza valores buenos… No guardo ningún rencor a sus padres y no me arrepiento de nada. ¿Cómo podría tener algo en contra de ellos cuando me han dado a mis hijos, que son mi vida y los regalos más hermosos que me han hecho?”.
Su hija Paulina, una bella joven, sigue de cerca los pasos de su prima Carlota y, con 20 años, firma un contrato con una firma de cosméticos para ser su nueva imagen en Asia.