La leyenda de las cebollas

Newsletter del viernes 10 de enero de 2025

Cristina Alvarez, directora de Cocina Fácil
Cristina Alvarez

Directora de Cocina Fácil y periodista especializada en gastronomía

Mujer cortando cebolla

Cortando cebolla en plumas.

Cocina Fácil / RBA

Muchas veces, cuando me pongo a cocinar, me da por llorar. No es porque esté triste (bueno, no siempre), ¡es porque muchas recetas empiezan cortando cebolla! Seguro que alguna vez has leído que las cebollas hacen llorar porque liberan sustancias químicas con azufre que irritan los ojos, pero hay otra explicación, mucho más romántica.

Cuenta la leyenda que, hace muchos, muchos años, existió un huerto maravilloso donde crecían toda clase de verduras, hortalizas y árboles frutales. Un día, comenzaron a crecer unas preciosas cebollas de colores. Cada una tenía un color distinto: amarillo, rojo, naranja, azul, morado... todos deslumbrantes y asombrosos. 

Investigaron a qué se debían esos colores y descubrireron que cada cebolla escondía en su corazón una piedra preciosa distinta. Rubíes, esmeraldas, topacios, aguamarinas... daban color a las cebollas. Estupefactos (y seguramente recelosos), los hombres comenzaron a decir que aquello era inaceptable e incluso peligroso, y que las cebollas debían ser blancas, como habían sido siempre. Así que las cebollas comenzaron a ponerse capas para esconder su corazón precioso. Cada capa, más oscura y fea que la anterior, para acabar pareciendo cebollas vulgares.

Un día, un sabio que pasaba por el huerto les preguntó por qué escondían su corazón. Y ellas, tristes y llorosas, le contaron que las obligaban a ser feas, porque si no, las rechazaban. El sabio también lloró, y cuentan que por eso, cada vez que cortamos una cebolla y descubrimos su corazón, también nos hace llorar a nosotros.

Hoy quiero hacer un homenaje a las cebollas. Blancas, moradas, grandes, pequeñas, chalotas o escalonias, de Figueres, perla... Cebollas, cebollitas y cebolletas son básicas en nuestra cocina y no pueden faltar en nuestra despensa. Son la clave del sabor de infinidad de guisos, salsas y guarniciones, pero hay dos recetas que me tienen robado el corazón y que siempre tengo en la nevera: la cebolla frita (como la del súper, pero hecha en casa) y la cebolla caramelizada.

Muchas gracias por estar al otro lado de la pantalla.

El viernes que viene, más.

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