La verdad es que la sabiduría de las abuelas a la hora de cocinar con muy poco y sacar el máximo rendimiento a los ingredientes que tienen en casa se merecería un monumento.
No hay más que pensar en las torrijas, por ejemplo, ese postre tan tradicional del recetario español que, con pan duro, un poco de leche, canela y azúcar (o miel) da como resultado un dulce espectacular que, por más años que pasen, siempre vuelve a nuestras mesas. Es más, no solo en Semana Santa, que es "su momento", sino que los grandes restaurantes ya lo mantienen en sus cartas durante todo el año.
Bueno, pero volvamos a nuestra receta de hoy. Que no son torrijas pero algo que ver con ellas también tienen, porque no dejan de ser unos palitos de pan azucarados que están para chuparse los dedos. Textualmente.
En este caso, debemos agradecerles a las abuelas alemanas el ingenio de elaborar, con solo dos ingredientes (agua y harina), un postre fácil y tan delicioso que es un auténtico bocado de dioses. Porque Alemania es el país de origen de esta receta.
Estoy segura de que, si decides prepararla en casa, no va a quedar ni uno de estos palitos crujientes en el plato. Y lo mejor es que, a partir de la receta base, puedes hacer tus propias variaciones, acompañando los palitos con alguna salsa dulce o decorándolos con otros ingredientes.
En nuestro caso, como verás en el vídeo y en el paso a paso de la receta, añadimos un poco de sal y otro poco de azúcar a la receta auténtica, que solo se prepara con agua y harina. Y, una vez tenemos los palitos de pan fritos, los espolvoreamos con azúcar glas. Pero si quieres ser fiel a la receta original, haz la masa solo con agua hirviendo y harina, te saldrá igual. Y para añadirle dulzor puedes acompañarla con un chocolate a taza, por ejemplo.