Hay recetas que, con muy pocos ingredientes, consiguen un resultado sorprendente. La ensalada de canónigos y queso de cabra con vinagreta de avellanas es un ejemplo perfecto de ello. Una combinación que parece sencilla, pero que juega con los contrastes de sabores y texturas de una manera que engancha desde el primer bocado. Además os adelanto que no hay que ser un experto en cocina para preparar este capricho saludable. Siempre he pensado que las ensaladas no deberían verse como un plato menor, como ese acompañamiento que se pone en la mesa por inercia. Si está bien hecha, una ensalada puede ser tan protagonista como cualquier guiso elaborado . Y esta, en particular, tiene todo lo que hace falta: frescura, cremosidad, dulzura y un toque crujiente que la hace irresistible. Perfecta para una comida ligera, un entrante elegante o incluso como guarnición de un buen plato de carne . El secreto de este plato está en la elección de los ingredientes. No son muchos, pero cada uno cumple su papel. Los canónigos aportan un sabor suave y una textura tierna. Los fresones dan ese punto dulce y ligeramente ácido que despierta el paladar. El queso de cabra es la clave, su cremosidad y su sabor intenso envuelven el conjunto. Y las avellanas tostadas añaden ese crujiente que marca la diferencia. Todo unido con una vinagreta de mostaza y vinagre de Jerez que equilibra el plato con un punto de acidez bien medido. Esta ensalada no necesita más. Cada bocado es una mezcla de texturas y contrastes que hacen que el plato funcione por sí solo. Pero si te apetece darle un giro, hay algunas variaciones que pueden convertirla en algo aún más especial. Si no tienes fresones, puedes sustituirlos por frambuesas o incluso por gajos de mandarina en invierno. Si te gusta el queso de cabra pero quieres una versión más suave, prueba con queso feta o requesón . Y si quieres añadir un toque extra de sabor, unas lonchas finas de jamón serrano crujiente pueden hacer maravillas en esta combinación. Esta ensalada es perfecta para cualquier época del año , pero en primavera brilla con luz propia. Los fresones están en su mejor momento y los canónigos siguen siendo tiernos y frescos. Es una opción ligera, pero con carácter, ideal para una comida entre amigos o para esos días en los que quieres comer algo delicioso sin complicarte la vida. Si buscas una receta que demuestre que las ensaladas pueden ser algo más que un plato secundario, dale una oportunidad a esta combinación. Te aseguro que no decepciona. Un plato sencillo, sin complicaciones, pero con todo el sabor y el equilibrio que una buena ensalada necesita. Y lo mejor de todo, lista en pocos minutos. Así que no hay excusas, toca disfrutarla.