Crema de avellanas casera, un capricho dulce que se prepara en 5 pasos ¡y con solo 3 ingredientes!

Perfecta para untar sobre pan o galletas o para rellenar bizcochos, su textura cremosa y su sabor a avellana tostada te van a enamorar.

Óscar Sanz
Óscar Sanz
Cocinero

CREMA DE AVELLANAS.
CREMA DE AVELLANAS.
Cocina Fácil / RBA / FERRAN FREIXA
12 personas
20 min

5

(2 votos)

Dieta:

Mediterránea

Temporada:

Todo el año

Tipo Plato:

Postres

Precio:

€ €

Dificultad:

Fácil

Sin gluten

¿A quién no le apetece, de vez en cuando, una crema bien cremosa con el toque inconfundible de la avellana? Esta crema de avellanas casera es una receta tan sencilla como deliciosa, ideal para esos momentos en los que te apetece algo dulce, hecho en casa y con todo el sabor auténtico que jamás conseguirán las conocidísimas versiones comerciales.

Además, te adelanto que la puedes hacer en pocos pasos, con ingredientes básicos y sin complicaciones, para luego usarla al estilo clásico, untada en rebanadas de pan, bien como acompañamiento en postres o disfrutarla a cucharadas, ¡porque sí, se puede! Y es que existen tantos postres fáciles que cuestan muy poco de preparar y son ideales para disfrutar cualquier día del año...

Recuerdo que cuando era niño, mi abuela la preparaba para rellenar los bizcochos de las tartas de cumpleaños o, simplemente, para untar en unas galletas (mejor si son caseras) pan tostado y hacer de cualquier desayuno un auténtico festín. Nada a supera esa cremita casera, que es mucho más natural, cremosa y sabrosa que la del supermercado.

Ingredientes paraCrema de avellanas casera, un capricho dulce que se prepara en 5 pasos ¡y con solo 3 ingredientes!

  • 200 gramos de mantequilla
  • 150 gramos de azúcar
  • 150 gramos de avellanas molidas

1. Haz el almíbar

Primero, vamos a preparar un almíbar sencillo, que será la base de nuestra crema. Calienta 150 ml de agua en un cazo y añade el azúcar. Remueve hasta que el azúcar se disuelva bien. Luego, deja cocer esta mezcla sin remover por unos 5 minutos, hasta obtener un almíbar a punto de hebra. ¿Cómo sabes que ya está en ese punto? ¡Fácil! Si tomas un poco con una cuchara y levantas, verás que se forma un hilo entre la cuchara y el cazo. Ese es el punto perfecto.

2. Pon la mantequilla a punto de pomada

Mientras el almíbar se enfría un poco, saca la mantequilla del frigorífico y deja que se ponga a temperatura ambiente hasta que esté blandita, como una pomada. Luego, bátela en un bol hasta que tenga una textura suave y cremosa. Aquí es cuando empiezas a ver cómo tu crema va tomando forma.

3. Mezcla la mantequilla y el almíbar

Cuando el almíbar esté tibio (no caliente, que si no la mantequilla se nos derretirá demasiado), agrégalo poco a poco a la mantequilla, sin dejar de batir. Este es un paso importante, así que tómate tu tiempo para que ambos ingredientes se integren bien y formen una mezcla uniforme.

4. Dale el toque de avellanas

Ahora sí, ¡vamos con las protagonistas! Incorpora las avellanas molidas y sigue removiendo hasta obtener una crema homogénea. En este paso, el aroma a avellanas empieza a inundar la cocina y, créeme, ¡es una maravilla! Sigue mezclando hasta que la crema esté bien lisa.

5. Deja que la crema tome cuerpo

Ya casi estamos. Coloca tu crema en un recipiente hermético y guárdala en la nevera por al menos una hora, para que tome la consistencia ideal. Después, ¡estará lista para disfrutar!

Como ves, uno de los ingredientes de esta receta son las avellanas molidas. Nuestro consejo es que consigas avellanas tostadas al natural (en las tiendas especializadas en frutos secos las encontrarás sin problemas) y que les retires al máximo la pielecilla marrón que las recubre.

Luego, para molerlas bastará con triturarlas con un procesador de alimentos. La textura final la decides tú: si las trituras mucho, obtendrás una especie de pasta. Si las trituras menos, quedarán trocitos de avellana que luego encontrarás en la crema, pero que le darán un toque crujiente muy interesante. Cualquiera de las dos opciones es válida, prueba ambas y decide con cuál te quedas.

Esta crema casera es tan versátil que puedes usarla en muchas recetas o, simplemente, disfrutarla como un capricho dulce. Aquí van algunas ideas para aprovecharla al máximo:

  • Como relleno de bizcochos o pasteles: pon una capa generosa de crema de avellanas entre dos discos de bizcocho, y tienes un postre de otra categoría.
  • Untada en tostadas, panecillos o galletas: ideal para el desayuno o la merienda, esta cremita en una rebanada de pan crujiente es un verdadero lujo.
  • Para darle un toque especial a tu yogur natural: añade una cucharada de crema de avellanas y revuelve bien, tendrás un yogur gourmet en un santiamén.

Guarda tu crema casera para saborearla en cualquier momento. Una de las ventajas de esta crema es que se conserva muy bien en la nevera, en un frasco hermético, por una semana. Así, tienes siempre a mano ese toquecito dulce para darle vida a cualquier postre o momento del día. Si la guardas bien, su sabor se mantendrá fresco y delicioso.

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