Para que este plato quede perfecto, asegúrate que las sardinas están bien frescas. Una buena manera de saberlo es fijarse en sus ojos, que deben ser claros y ligeramente abultados, y en la piel, que debe ser brillante, con un tono metálico. Por lo que se refiere al olor, debe desprender un placentero aroma a mar. A la plancha, son una delicia, pero si las marinas previamente, están todavía mejor. Como mínimo, déjalas una horita en la nevera.