Mi abuela tenía un truco secreto. Y sí, me lo enseñó a preparar su receta de pisto . Una receta que demuestra que, con solo dos ingredientes y algo de maña en los fogones, puedes hacer un plato para chuparse los dedos. El pisto de mi abuela solo lleva pimiento y tomate . Y para hacerlo no necesitarás más que una buena sartén, un buen aceite de oliva y sal. Bueno, y su truco maestro, mucha paciencia para que todo quede en su punto. Porque el secreto es, como mi abuela Gregoria admitía, "que todo quede muy consentido" . Es decir, el tomate bien reducido a una salsa espesa y supersabrosa. Y los pimientos, tostados por fuera y jugosos por dentro. El pisto es una elaboración clásica de la gastronomía española y más concretamente de Castilla, de donde procedía mi abuela. Pero recetas de pisto manchego hay varias y distintas entre sí. Las hay con patata, con calabacín, con cebolla, con berenjena... Algunos también les ponen huevo poché encima y otros, como la chef manchega Teresa Gutiérrez, lo utilizan como base para un queso burrata . Consejos para preparar y servir el pisto de mi abuela Ella utilizaba aceite de oliva 0.4º, pero siempre me contó que en su pueblo cocinaban con aceite de oliva virgen extra. Sin duda, el sabor del aceite de oliva le da un toque especial al pisto, muy de pueblo. Eso no significa que no puedas preparar esta receta con aceite de girasol. Sí puedes, pero no quedará tan sabrosa. Cuando cocines el tomate, puedes añadirle una pizca de azúcar para reducir la acidez. Mi abuela lo hacía siempre. Siempre que los tenía a mano, mi abuela mezclaba pimientos rojos y pimientos verdes en su pisto. Los verdes podían ser morrones o italianos, pero si utilizaba los segundos, cuya carne es más fina, los freía por separado de los rojos porque necesitaban menos tiempo de cocción. Para mi abuela, el pisto mejoraba de un día para otro, es decir, después de una noche en la nevera. Aunque recién hecho y caliente está muy bueno, como más me gusta a mí es frío, con un buen pan o unas regañás. Lo ideal es servir el pisto en cazuelitas de barro, individuales o grandes, en función de la cantidad de comensales.