La piel de pollo tiene mala fama. Por su alto contenido en grasa, sobre todo. Es por eso que, muchas veces, quitamos la piel del pollo antes de cocinarlo o la apartamos después de cocerla y acaba en el cubo de la basura.
Y muchos no sabemos que, haciendo eso, cometemos un gran error. Porque la piel de pollo es una joya culinaria: cuando está crujiente, comerla es un gran placer. ¿Cómo podríamos conseguir rebajar las calorías de tan delicioso manjar? Pues con un sistema de cocción que consuma su grasa sin añadir grasas extras. O sea, al horno.
A pesar de la mala fama que tiene muchas veces la piel de pollo, te confirmamos que si esta se cocina de la manera adecuada, tiene un potencial alucinante. En esta receta, al hornear la piel de pollo, su grasa natural se reduce y se consigue un resultado muy crujiente que simplemente conserva el sabor original del pollo. Además, si la receta que estás buscando es un aperitivo fácil, económico y rico, esta es la solución perfecta ya que se podría considerar una receta de aprovechamiento ya que se hace uso de una parte del pollo que normalmente deshechamos.
La receta que te proponemos hoy es sorprendente: primero por su originalidad (¿se te había ocurrido alguna vez cocinar solo la piel del pollo?); y segundo, porque una vez horneada, queda crujiente como una corteza y ha perdido la mayoría de sus grasas.
Además, puedes sazonar la piel de pollo como más te guste. Solo con sal, con sal y pimienta, con un toque picante, con un poco de curry, con hierbas aromáticas... ¡tienes infinidad de opciones!
En el vídeo que te mostramos, verás que es una receta que se incluye en una dieta keto o cetogénica, pensada para perder peso, que se basa en no ingerir hidratos de carbono (pan, pasta, arroz, azúcar...) y apostar por vegetales, carnes y pescados (es decir, proteínas) y alimentos ricos en grasas saludables.