En el norte de Italia les llaman favette; en Nápoles, strufoli o zepole; en Lombardía, tortelli dolci... pero en resumen, las castagnole, las llamen como las llamen y las hagan donde las hagan, siguen una receta similar. Se trata de pequeñas bolas de masa fritas y azucaradas que se suelen consumir durante los carnavales. Si tuviera que encontrar un símil de las castagnole en el recetario español, diría que son un híbrido entre nuestros tradicionales buñuelos (por su forma) y las rosquillas por su sabor y textura. Y es que la masa lleva zumo de naranja y ralladura de naranja también, además de un poco de canela en polvo, ingredientes habituales de los postres fritos de Carnaval. El truco para que las castagnole queden bien hechas en el interior es hacerlas de pequeño tamaño. Son bolitas de apenas unos 2 centímetros de diámetro, y en sus diminutas proporciones reside parte de su encanto: ¡no puedes comer solo una! Después de freírlas en abundante aceite de oliva hay que dejarlas escurrir sobre papel absorbente para eliminar el exceso de grasa, se rebozan en azúcar cuando aún están calientes, así el azúcar queda adherido en su superficie. Como ves, los ingredientes utilizados para preparar castagnole son los habituales de los postres de la abuela fritos: harina, azúcar, huevos, leche, aceite y cítricos. Solo que la manera de prepararlos es ligeramente distinta. La masa obtenida al mezclar los ingredientes se asemeja mucho a la de las rosquillas, pero las porciones de masa se bolean entre las manos para darles la forma de bolitas tan característica de este dulce italiano. Si quieres reducir el aporte calórico de este postre, puedes cocinar las castagnole en el horno o incluso en la freidora de aire . Solo que, justo por no tener aceite en la superficie, te aconsejamos que las espolvorees con azúcar glas. El azúcar blanquilla no quedará adherido si no están fritas. ¿Con qué acompañar las castagnole italianas? Aunque no necesitan ninguna compañía, porque las castagnole están buenísimas solas, puedes servirlas con un buen café o un té y, si quieres convertir su consumo en un momento memorable, con un buen chocolate a la taza . También un zumo de frutas natural, por ejemplo de naranja, es un buen compañero para las castagnole. Y si quieres darte un homenaje, saboréalas con un vino dulce como una malvasía o un moscatel, incluso con un licor de frutas o un orujo para los más atrevidos. Unos hilos de miel o un chorrito de licor de anís darán a tus castagnole un sabor distinto, ¡pruébalo! En algunas zonas de Italia se elaboran castagnole de un tamaño mayor para poder rellenarlos de crema pastelera , crema de chocolate, crema de ricotta dulce o crema de limón.