La gastronomía italiana está repleta de platos que rememoran la cultura judeo-romana, recetas que se preparaban en la Roma antigua y que han ido pasando de generación en generación, a lo largo de los siglos, formando una base culinaria llena de tradición y de historia. La cassola romana es una de esas recetas que viene de muy, muy lejos . Es una tarta de queso tradicional de la cocina judía que a día de hoy se sigue cocinando en muchas familias judías y también se sirve en los restaurantes del barrio judío de Roma. Seguramente la preparan en otras zonas de Italia donde la herencia de la cocina judía sigue hoy muy presente. En origen, la cassola romana se elaboraba solo con 3 ingredientes: queso ricotta, huevos y azúcar . Poco a poco y con los años se fueron añadiendo a la fórmula otros ingredientes que ayudaban a potenciar el sabor de la tarta de queso, como especias (canela, vainilla), piel de cítricos (naranja, limón e incluso una mezcla de los dos), algún licor como la sambuca (una bebida alcohólica dulce y fuerte, de sabor similar a nuestro anís) o ron. ¿Qué es la ricotta? Por su parte, la ricotta es un queso fresco de textura granulosa y sabor suave, típico de Italia . En muchas recetas el queso ricotta se puede sustituir por requesón (el queso fresco más tradicional en España), pero en realidad no son lo mismo. Porque la ricotta, más que un queso en sí mismo, es un derivado de la leche . Durante la elaboración del queso, se generan sueros procedentes de la leche y es justamente con esos sueros con los que se elabora la ricota. Una vez recogidos, junto con algunos restos sólidos de la elaboración del queso, se cocinan con un poco de leche y algún ácido (vinagre o cítricos) que ayuda a cuajar. Por eso la ricotta tiene un bajo porcentaje de grasa. Y por eso se llama ricotta, que significa vuelto a cocer o dos veces cocido. Esta receta da como resultado un postre de sabor delicado y menos calórico que las otras tartas de queso elaboradas con requesón o queso crema, que tienen mucha más materia grasa que la ricotta italiana (siempre que sea ricotta auténtica, claro). Si te fijas, tampoco lleva nata (que es un ingrediente con un gran aporte calórico). Tostadita por fuera y muy jugosa por dentro, húmeda y de textura muy suave, parecida a un flan, la cassola romana es una receta que merece tener un puesto entre las mejores tartas de queso. Sea por tradición, por historia o por valores nutricionales. Alternativas para tu cassola romana Si después de todo lo que te he contado sobre la cassola romana te animas a prepararla, te doy también algunos consejos para darle un plus de sabor. Son ingredientes que llevan algunas recetas de cassola romana, pues la receta es distinta en cada familia y cada cocinero le añade su toque personal. Puedes añadir a la masa unas pepitas de chocolate o un poco de chocolate rallado directamente de la tableta. Los nibs de cacao también servirían. En algunas recetas de la cassola romana le añaden uvas pasas a la masa. Es importante dejarlas en remojo un rato antes de añadirlas, para que estén más jugosas. Y puedes remojarlas en agua o en algún licor que te guste. Puedes añadir un poco de licor a la masa de la cassola, como el que te he comentado antes, la sambuca, o ron. Y, si quieres potenciar el sabor cítrico de la tarta de queso, prueba a agregar un chorrito de limoncello o licor de limón, una bebida muy típica en Italia que se suele tomar como digestivo después de una comida. Por último, los frutos secos también son una buena compañía para la tarta de queso italiana. Incorpora a la masa unas nueces picadas, almendras cortadas a láminas o en granillo, avellanas picadas, anacardos, piñones, pistachos... El resultado será delicioso seguro.