Pitu de caleya se podría traducir del asturiano como pollo de camino, un nombre bien definitorio, porque trota libre y come lo que encuentra en sus paseos: maíz, semillas, lombrices... de todo menos pienso. Esta raza campera asturiana no cuenta aún con el sello de la Indicación Geográfica Protegida, algo que criadores, restauradores y comensales demandan con el propósito de diferenciarlo y salvaguardarlo. El arroz con pitu de caleya es un plato tradicional de fiesta , vinculado al fin de la matanza del cerdo, cuando se agasajaba con él a todos los que habían participado de dichas labores. No solo por su vida en libertad, también por la edad avanzada que tiene al ser sacrificado, su sabor según los entendidos recuerda más al de las aves de caza que no al pollo común. Tal peculiaridad se puede comprobar en Casa Marcial , donde se cocina tal y como Olga Sánchez , madre de Esther y Nacho Manzano , fijó décadas atrás, cuando lo cocinaba por encargo. Cuando sus hijos decidieron en 1993 transformar el negocio familiar tuvieron claro que aquel plato de infancia se mantendría en la carta. Aquella apuesta por las raíces familiares ha comportado que el pitu de caleya tenga visibilidad internacional y transcienda más allá de Asturias. A este pitu aún le queda mucho camino por andar.