En determinadas ocasiones, cuando vamos a consumir ciertos productos o alimentos, nos surgen dudas sobre el aspecto, el tono y el olor, ya que en muchos casos son importantes para confirmar si son aptos para el consumo o están en mal estado. La clave suele estar en la fecha de caducidad que se imprime en los envases y en el tiempo de vida que tienen en un ambiente determinado, como puede ser la nevera o la despensa, teniendo en cuenta también si lo hemos abierto previamente, algo que también se suele indicar en el texto del etiquetado, tal y como estipula la legislación. Si atendemos a las indicaciones y no hay alguna singularidad, en situaciones en las que pueden influir otros factores externos, podemos respirar tranquilos.
En el caso de los huevos, miramos el día y el mes que figura en la tapa del recipiente o en la cáscara, pero también acudimos al famoso truco para corroborar si flota o no en el agua, lo que nos vendría a decir si es fresco o no. Tal y como confirmaba la nutricionista Marta Verona en el portal gastronómico de '20 minutos', es "infalible" antes de decidir si lo cocinamos y lo llevamos a la mesa. ¿Pero qué ocurre cuando observamos que la yema es más anaranjada y llama nuestra atención? En 'Fincas Casarejo', Ramón Barbado nos explica a qué se debe y matiza una confusión sobre la relación del interior con la cáscara.
El color de la yema y la razón por la que algunas son de color naranja
Si al romper la cáscara sobre la encimera o en el borde de la sartén observamos que la yema adopta un tono anaranjado, no tenemos que preocuparnos, ni mucho menos, ya que no tiene nada que ver con el estado del huevo y la explicación se encuentra en el animal que los incuba, ya que ni siquiera está relacionado con el color del envoltorio, por así decirlo: "Tienes que saber que no tiene nada que ver la cáscara de huevo con el color de la yema, ya que mucha gente asociaba el tener la cáscara blanca del huevo con la yema clara y la cáscara oscura, la de los huevos morenos, con tener una yema de un naranja intenso". Ramón Barbado, empresario de las 'Fincas Casarejo', en Navalmoral de la Mata (Cáceres), da la respuesta, en el canal de 'YouTube' de la granja, con todos los detalles: "El color de la yema depende de la alimentación de la gallina y no de la raza o la cáscara, por lo que las gallinas tendrían que consumir alimentos ricos en caroteno".
En este sentido, si se quiere conseguir esa coloración, antes de poner el huevo tienen que comer zanahoria o tomate, que tal y como indica el experto, puede encontrarse deshidratado para poder incorporarlo a su alimentación, - ya que cuando es amarilla suele corresponder a una dieta de trigo - y, de esta forma, "va a coger un color mucho más intenso". Para aquellos expertos en avicultura, o que tengan un espacio para estas aves en sus casas o terrenos, ha compartido otro alimento que puede intensificarlo todavía más: "Te voy a decir con lo que de verdad llega el remate del tomate y es con la harina de ortiga, porque vas a ver qué color adopta la yema del huevo". En cuanto a si son blancos o morenos, - cuando miramos el caparazón -, algo a lo que apuntaba en el inicio del vídeo, sí puede deberse al plumaje que sea más marrón o más blanco, según señalaban en el diario 'La Vanguardia'.
Si el huevo flota, nos quiere decir algo: el truco "infalible"
Aunque la fecha de caducidad suele ir impresa en la huevera y también en la cáscara, no siempre la encontramos o, por desgaste, no podemos leerla fácilmente, algo que puede ocasionar un verdadero dolor de cabeza antes de consumir los huevos. Para saber si son frescos y aptos para el consumo hay, de todos modos, un truco de los de toda la vida, "infalible" en palabras de la nutricionista y chef Marta Verona, quien dictaba así sentencia en una conversación con el diario '20 minutos': "Un truco casero donde los haya, infalible cuando no encontramos la caja de los huevos con toda la información necesaria, y por lo que sea no vemos los números impresos en su cáscara que indican su fecha de caducidad, es mirar si flotan". Esto ocurre, prosigue la experta, porque "entre la cáscara y la clara hay una pequeña cubierta de aire. Es tan minúscula que, si echamos el huevo en un bol con agua, lo normal es que se hunda".
La especialista añade más información para completar el sentido de este consejo con la explicación de lo que pasa cuando sí flota: "la cáscara del huevo es porosa y, a medida que pasan los días, entra aire dentro del huevo y la clara se encoge, formándose una cámara de aire. Por tanto, si echamos el huevo de nuevo en un bol con agua, flotaría. Esto nos indica que el huevo tiene más de 20 días y es un signo que hace que no nos podamos fiar". Con este detalle va a ser mucho más fácil recordar qué ocurre cuando lo pongamos en práctica la próxima vez, con el añadido de que no nos preocupará observar una yema amarilla o con un tono más cercano al naranja.