Pollo Scarpariello, guiso tradicional ítalo-americano (¡para chuparse los dedos!)

Pollo tierno, salchichas jugosas y una salsa con sabor. ¿Qué puede salir mal? Esta receta de pollo Scarpariello se convertirá en tradición en tu mesa. ¡Pruébala!

Marta Sánchez
Marta S. Galindez

Periodista especializada en gastronomía

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Pollo Scarpariello

Los guisos de pollo son todo un "salvavidas" en muchos hogares. Es una carne muy rica, económica y fácil de cocinar, que gana muchísimo con la técnica del estofado. Si además le sumamos verduras y salchichas, tenemos un plato "de 10": el pollo Scarpariello, una receta tradicional ítalo-americana tan sencilla de preparar como deliciosa. 

Preparar pollo Scarpariello es de lo más sencillo. Solo necesitas un muslo de pollo por persona, salchichas gruesas y frescas de la mejor calidad, pimiento rojo, chalotas, vino y especias. Anímate a preparar la receta para este fin de semana, y no olvides acompañarla de una buena barra de pan. ¡La salsa está para morirse!

Origen del plato

La palabra scarpariello es un diminutivo de "zapatero remendón", en italiano. El origen de este plato es confuso: se cree que se empezó a preparar en la zona de Nápoles en el siglo XVIII-XIX, pero fueron los que emigraron a Estados Unidos quienes lo popularizaron. Lo que sí sabemos es que es una versión del ragú napolitano, una receta clásica que no puede faltar en ninguna casa de la región.

¿Y qué tiene que ver el guiso con los zapateros? No está muy claro. Pero según algunas fuentes, antiguamente se comentaba que era un plato tan económico que se cocinaba hasta en las casas de los remendones (las más humildes). 

Pollo Scarpariello
Para 4 personas
Ingredientes
  • 4 muslos de pollo medianos o grandes, con hueso y piel
  • 4 salchichas frescas grandes u 8 pequeñas
  • 6 chalotas sin piel y cortadas por la mitad, a lo largo
  • 1 pimiento rojo
  • 5 dientes de ajo, pelados y machacados
  • 250 ml de vino blanco
  • 250 ml de caldo de ave o de verduras
  • 2 cucharadas de harina
  • 1 cucharada de guindillas picantes en aceite (opcional)
  • Romero seco
  • 1 cucharada de vinagre de vino 
  • Azúcar (opcional)
  • Sal
  • Perejil fresco picado
  • Aceite de oliva 
Paso a paso
  1. Dora el pollo y las salchichas

    Precalienta el horno a 190°, con calor arriba y abajo. Salpimenta los muslos de pollo. En una sartén o cazuela gruesa de fondo bajo (que puedas meter después al horno), calienta 2 cucharadas de aceite de oliva. Cuando esté caliente, baja el fuego al medio y mete los muslos con la piel para abajo. Dóralos durante 10 minutos, hasta que la piel esté tostada y crujiente. Después, dales la vuelta y cocínalos 3 minutos más. Sácalos y resérvalos. Quita la grasa sobrante de la sartén, dejando solo 2 cucharadas, y dora las salchichas por todas partes. Resérvalas con el pollo. 

  2. Rehoga las verduras

    Lava el pimiento, quítale el rabito y las semillas y córtalo en tiras de unos 5-6 cm. En la misma sartén, pon el pimiento, las chalotas y los ajos con una pizca de sal y de romero. Saltéalas a fuego medio hasta que cojan color por todas sus caras, pero sin quemarse. 

  3. Prepara la salsa

    Añade la harina y remueve hasta que se disuelva. Vierte el vino, cocina un minuto y agrega el caldo. Si quieres que el pollo esté picante, añade una cucharada de guindillas en aceite y un poco del aceite de la conserva. Incorpora el vinagre, deja que hierva y mete el pollo y las salchichas. Pon el pollo con la piel hacia arriba: asegúrate de que la salsa no la cubre para que se conserve crujiente. 

  4. Hornea el estofado

    Mete el guiso en el horno y cocínalo durante 25 minutos. Cuando esté listo, sácalo y espolvorea abundante perejil fresco. No esperéis más:  está exquisito... Pero también queda buenísimo de un día para otro. 

Si te gusta el pollo, estás de suerte: es un ingrediente que se presta a muchísimas preparaciones. Desde las mejores recetas de nuestra gastronomía, como el pollo guisado al vino de Jerez, hasta las más internacionales, como el fricasé de pollo francés o el riquísimo pollo al estilo marroquí. ¿A qué esperas para empezar a experimentar?