Mezcla los ingredientes secos
Para empezar, en un recipiente amplio, vierte 250 g de harina de pan, 20 g de azúcar y 3 g de levadura. Asegúrate de distribuir uniformemente los ingredientes secos y mezclarlos bien para que se integren por completo en la masa.
Agrega la leche y la yema de huevo
Una vez que los ingredientes secos estén bien mezclados, es hora de añadir 145 g de leche y la yema de un huevo (recuerda reservar las claras para más adelante). La leche le dará a la masa la humedad necesaria y la yema de huevo aportará suavidad y color. Mezcla todo con una espátula hasta que los ingredientes líquidos se combinen con los secos.
Incorpora la mantequilla y la sal
Para enriquecer aún más la masa, agrega 25 g de mantequilla sin sal previamente derretida y 4 g de sal. Amasa la masa con las manos, trabajando la mantequilla y la sal para que se distribuyan uniformemente. Notarás que la textura de la masa se vuelve más suave y manejable.
Deja reposar la masa
Una vez que hayas obtenido una masa compacta y homogénea, tapa el recipiente con papel film para evitar que se seque y deja reposar la masa durante una hora. Este reposo permitirá que la levadura fermente y provoque la expansión de la masa, aumentando su volumen y desarrollando el sabor.
Forma los panes
Pasada la hora de reposo, divide la masa en dos partes y forma dos bolitas de pan. Luego, cúbrelos con papel film o un trapo y deja que reposen durante 15 minutos adicionales. Este paso ayudará a relajar la masa y a facilitar su manejo posterior.
Rellena y hornea los panes
A continuación, estira cada bolita de masa en un rectángulo y, en el centro de cada uno, coloca una generosa porción de mayonesa, evitando llegar hasta los bordes. Luego, dobla los bordes del pan hacia el centro, creando un formato de "paquetito" y asegurándote de que no haya espacios para que el relleno no se escape durante el horneado.
Coloca los panes en moldes
Coloca los panes en moldes cuadrados con tapa y déjalos reposar nuevamente durante 45 minutos para que vuelvan a aumentar su volumen. Mientras esperas, prepara la mezcla de nata montada, leche condensada y azúcar para el relleno. Una vez transcurrido el tiempo de reposo, cubre los panes con la mezcla.
Hornea los panes
Finalmente, lleva los panes al horno precalentado a 170° durante 30 minutos sin tapa para que adquieran un color dorado y una textura crujiente por fuera. Una vez horneados, deja que se enfríen por completo y, cuando estén fríos, haz un agujero pequeño en la parte superior para añadir el relleno de la nata montada.