No hay nada tan reconfortante cuando fuera hace frío que tomarse una sopa bien calentita. Hasta el caldo más soso nos da la vida en esas situaciones pero es que lo de esta sopa es otro cantar. Una buena sopa de cebolla siempre es un acierto pero al combinarla con una tostada y un medallón de queso de cabra gratinado se convierte en la mejor idea del mundo. El contraste de texturas y sabores es sencillamente brutal. Como verás en la receta, hacer esta sopa no tiene mucho misterio. Es una elaboración apta hasta para el más principiante en la cocina. Quizá el paso más importante sea, aunque no lo parezca, el de agregar la harina y la mantequilla a la cebolla rehogada. Es este detalle el que le va a dar esa textura tan característica pero también el que puede arruinar su sabor. Hay que cocinar bien la harina, sin que llegue a quemarse, pero evitando a toda costa que quede cruda. Por otro lado, esta sopa se puede hacer con agua en lugar de con caldo, claro. Pero nuestra recomendación siempre va a ser la misma, que te curres un buen caldo casero antes para agregarlo (a esta y otras elaboraciones) porque la diferencia es espectacular. Puede ser de verduras o de ave, el de carne resultaría demasiado intenso y el de pescado no quedaría demasiado bien con el queso de cabra , que es la estrella de este plato. Consejos: El romero y el laurel aportan sabores muy intensos. Si te encantan no hay problema pero si prefieres que su gusto no sea tan perceptible, sino solo un matiz, añádelos a la vez que el caldo y úsalos con moderación. También puedes extraerlos a media cocción o dejarlos hasta el final y sacarlos solo en el momento de servir. ¿No tienes vino blanco o alguno de tus comensales no puede tomar alcohol? Aunque la mayor parte del alcohol se evapora en la cocción, hay personas que no pueden ingerir ni una sola gota, como por ejemplo los niños o las embarazadas, así que no está mal tener algún truco en la manga para sustituirlo. Lo más fácil es agregar la misma cantidad que usaríamos de vino de una mezcla de un vinagre suave y agua a partes iguales con una cucharada de azúcar. Deja que reduzca un poco antes de agregar el caldo. El sabor que aporta casi es casi el mismo pero harás tus platos aptos para todo el mundo.