No hay buen aperitivo sin unas bravas , ¿a que no? Puede que sea algo que pides siempre que vas a tomar unas cañas al bar pero... ¿y si las haces en casa? Pueden parecer unas patatas fritas básicas, pero hacerlas bien tiene sus trucos. Para empezar, la doble cocción de la patata . Sí, has oído bien. Las patatas se fríen en dos tandas, primero a fuego bajo para que se cuezan por dentro, luego a fuego fuerte para que se tuesten por fuera. Y así, cuando te las lleves a la boca, sean tan buenas que cierres los ojos de placer. Otro punto y aparte es la salsa brava . Que lleva tomate frito, pero también guindilla (puedes ponerle más o menos cantidad, depende de lo bravas que quieras que sean tus patatas) y pimentón dulce y picante, de los dos. Otro toque muy especial de esta salsa brava lo pone el vinagre de Jerez, dando un punto de acidez muy característico y delicioso. Si te van los platos con chispa, o sea con un punto picante, estas recetas te van a encantar. Por ejemplo, los espaguetis "alle vongole" con guindilla , los dados de bonito con salsa de tomate y guindilla o los mejillones a la marinera rellenos de salsa de tomate, cebolla y guindilla . Consejos para servir tus patatas bravas: Si hay niños en casa, cuidado con la salsa brava. Es mejor que la sirvas aparte, y que les sirvas a ellos otra salsa más adecuada, como kétchup o mayonesa caseros, pero que no piquen. Lo ideal es comer las patatas justo recién hechas, que es cuando están más crujientes. Pero si hay más platos para picar, servir la salsa a un lado sigue siendo una buena opción, para que no se reblandezcan. Espolvorea las patatas con un poco de sal Maldon o de escamas de sal antes de servirlas (y pon un poco menos de sal común al final de la fritura, para que no queden saladas en exceso).