El magret de pato es una carne elegante pero puede resultar grasa si no se cocina bien. Hay montones de maneras de prepararlo pero una de las más clásicas es con una salsa de frutos rojos. Nosotras en este caso hemos elegido las grosellas que por su punto de acidez pero sabor dulce contrastan a la perfección con el gusto de esta carne tan especial, pero se pueden hacer montones de variaciones. Para hacer la salsa, primero se cuecen las grosellas en almíbar, igual que si fueras a hacer una mermelada casera . Luego se les añade vino y caldo de pollo y se deja que reduzcan. Si lo prefieres, puedes triturar la salsa con la batidora eléctrica para que quede más fina, pero guarda unas grosellas enteras para decorar porque quedan de maravilla en el plato. Nuestra receta también lleva unas patatas baby que primero se cuecen y luego se pasan por la sartén para que queden ligeramente doradas y con un exterior crujiente y mucho más apetitoso. Y le hemos añadido unas hojitas de tomillo para aromatizar. Sin embargo, la clave de este plato es darle a la carne su punto exacto. Tiene que quedar jugosa por dentro pero con un exterior crujiente. La piel es precisamente la parte más grasa de esta pieza de carne de ave por eso se le practican unos cortes en forma de rombo, para que el calor penetre en la pieza y esa grasa se deshaga mejor. Con pasarla por la sartén entre 3 y 4 minutos por cada lado, será más que suficiente. Consejos: Puedes elaborar la salsa con cualquier combinación de frutos rojos que encuentres , frambuesas, arándanos, moras... juntas o por separado. Hazlas igual que las grosellas. La única precaución que deberás tener al variar los frutos es que si son de mayor tamaño que estas habrá que cocerlos en agua un poquito más de tiempo. ¿No encuentras patatas baby? Utiliza unas normales cortadas en daditos para que tengan una forma más bonita que acompañe la estética del plato. Cuécelas y dóralas en la sartén igual que hacemos aquí con las baby para que el resultado sea lo más similar posible.