Vi a mi abuela hacer eso infinidad de veces. Tantas, que me parecía lo más normal del mundo. Era poner una sartén con aceite al fuego, y añadir una rodaja de pan (si era duro, no había problema).
Luego, antes de freír lo que tuviera que freír, retiraba ese pan del aceite y "aquí no ha pasado nada". Pero... ¿cuál era el objetivo de mi abuela poniendo ese trozo de pan en el aceite?
Había 3 grandes motivos para hacerlo:
1. Saber cuándo el aceite estaba a la temperatura adecuada
Para freír cualquier alimento (croquetas, pescado, rebozados...) el aceite debe estar caliente pero no humeante. Hoy en día incluso las placas de cocción más avanzadas te avisan cuando el aceite está listo, pero antes no existían todos estos avances.
El truco de poner un trozo de pan en el aceite era su "detector" de temperatura perfecto. Cuando el pan empezaba a freírse, es decir, a hacer burbujitas en el aceite, quería decir que el aceite estaba a punto para freír en él.
2. Absorber sabores de otra fritura
Ahora sabemos que aprovechar el aceite de freír varias veces no es una gran idea porque no es saludable, pero al precio que va el aceite y si lo hemos usado solo una vez (y sin sobrecalentarlo), todos acabamos aprovechándolo, al menos una segunda vez.
Pues bien, ese trozo de pan que mi abuela ponía en el aceite de la sartén también tenía la función de absorber posibles sabores del aceite (por ejemplo, si se había frito la patata y la cebolla para una tortilla, absorbía el sabor a cebolla) y así no se transfiere a los nuevos alimentos que vas a cocinar en ese aceite.
3. Limpiar el aceite
Imagina que has frito unas croquetas o un pollo empanado en una sartén con aceite. Irremediablemente, parte del pan rallado se despega de los alimentos y acaba quemándose y ensuciando el aceite. Pero si pones un trozo de pan mientras vas friendo, este actuará como un imán con esas partículas e irá limpiando el aceite a medida que se ensucia. Pruébalo, ya verás cómo funciona.