El baklava es uno de los dulces más adictivos que existen. Si te gustan los frutos secos te vas a enamorar de estos pastelitos de origen árabe cuyo consumo se ha extendido por todo el mediterráneo. Existen multitud de variedades en función de la combinación de frutos secos que utilicemos como relleno y también de la forma que decidamos darle. Uno de los más populares es el de pistachos pero la verdad es que una vez los pruebes seguro que te gustan todos. La única dificultad a la hora de hacer este dulce es manejar la pasta filo. Es muy finita y puede romperse con facilidad si no la utilizamos con cuidado. No obstante, la gracia de este postre es su preciosa imperfección así que si sufre algún percance, no te preocupes porque así quedará más auténtico. El baklava se puede comprar hecho en numerosas pastelerías y se ha vuelto muy popular en los últimos años pero siempre es divertido probar a hacerlo en casa controlando la cantidad de los ingredientes y personalizando al máximo los rellenos en función de los frutos secos que más nos gusten. Puedes servirlo como postre o también como merienda. Acompañados de tés con especias, te sabrán a gloria. Consejo para hacer tu baklava: Picar los frutos secos a cuchillo puede ser un poco desastroso pero hay trucos para ensuciar menos la cocina. Lo más sencillo es dejarle el trabajo al robot de cocina, si lo tenemos. Solo debemos asegurarnos de que queden trocitos de un tamaño más o menos uniforme y pequeñito pero sin llegar a hacer polvo. Si no tienes robot de cocina, introduce los frutos secos en una bolsa de plástico de congelación, ármate con un rodillo o una mano de mortero y reparte golpes por aquí y por allá hasta que tengas la textura deseada.