Boquerones a la gabardina, aperitivo de verano fácil y delicioso (con vídeo)

¿Quieres triunfar en la mesa? Pues toma nota de estos boquerones a la gabardina que nos propone ‘Rebeca Cocinitas’. Quedan de auténtico lujo.

Rosa Mestres
Rosa Mestres

Periodista especializada en gastronomía

Boquerones a la gabardina
Instagram @Rebeca Cocinitas

Hoy te descubrimos una receta muy sencilla de realizar que causará sensación a la que llegue a la mesa: unos boquerones a la gabardina.

Perfectos para tomar a la hora del aperitivo, en plan tapita o como plato principal, estos boquerones gustarán a toda tu familia, tanto a los mayores como a los más pequeños. A la que los pongas en la mesa, será empezar y no parar.

Desde el canal ‘Rebeca Cocinitas’ nos cuentan cómo se elaboran.

Limpiar los boquerones, el primer paso

Antes de empezar a cocinar los boquerones, es conveniente limpiarlos bien. Para ello, déjalos en un recipiente con agua muy fría, durante unos 15-20 minutos para eliminar los restos de sangre que puedan tener. Pasado este tiempo, retírales las espinas, sécalos bien para eliminar el agua y… ¡manos a la obra!

Boquerones en gabardina
Para 4 personas
Ingredientes
  • 500 gramos de boquerones limpios y sin cabeza
  • Perejil fresco o seco
  • 5 o 6 dientes de ajo
  • 170 gramos de harina de trigo
  • 230 mililitros de cerveza
  • Colorante alimentario (opcional)
  • Aceite de oliva
  • Pimienta negra
  • Sal
Paso a paso
  1. Prepara los boquerones

    Limpia bien los boquerones, retira la espina central y déjalos abiertos, en plan mariposa, sobre una superficie con papel de cocina para que vayan soltando toda el agua que puedan contener.

  2. Machaca el ajo y el perejil

    Pela los dientes de ajo, colócalos en un mortero y machácalos bien. Luego, agrega el perejil fresco o seco y sigue machacando hasta que quede bien integrado.

  3. Reparte la mezcla

    Sala los boquerones y, con la ayuda de las manos, restriega la mezcla de ajo y perejil por encima. Déjalos reposar 5 minutos.

  4. Elabora la tempura

    Coloca la harina en un bol o un plato, vierte la cerveza (100 ml) y mezcla bien con las varillas hasta que quede una masa densa, pero ligeramente líquida y sin grumos. Si ves que está muy espesa, agrega un poquito más de cerveza. Sazona la mezcla con una pizca de sal, un poco de pimienta recién molida y, si quieres, un poquito de colorante.

  5. Dora los boquerones

    Vierte abundante aceite de oliva en una olla o sartén y, cuando este caliente, moja los boquerones en la tempura, escúrrelos y fríelos. Cuando estén dorados por un lado, dales la vuelta y deja que se hagan por el otro. Déjalos sobre papel de cocina para que suelten el exceso de aceite y sírvelos.

Tempura con cerveza

Crujientes por fuera, jugosos por dentro y con un toque extra de sabor que le aportan el ajo y el perejil, uno de los secretos de estos boquerones a la gabardina es la masa de tempura con la que se rebozan.

En esta ocasión, la cocinera solo utiliza harina de trigo, cerveza y los condimentos. Para que la masa quede perfecta, la cerveza no se añade de golpe, sino que se va introduciendo conforme la harina la necesite. Estará lista cuando quede densa, pero un poco líquida.

Por otro lado, en el momento de introducir el boquerón en la tempura, procura que el pescado quede bien cubierto. Ten en cuenta que, si queda alguna parte sin rebozar, el aceite penetrará en él y no quedará bien.

Eso sí, tampoco debe estar excesivamente rebozado o comerás más masa que pescado. Antes de introducir el boquerón en el aceite, escúrrelo bien.

La importancia de la fritura

Respecto a la fritura, es fundamental que el aceite esté caliente, pero no humeante. Para saber que si está en su punto, echa unas gotitas de tempura y si ves que estas suben rápidamente a la superficie, ya puedes empezar.

También es básico freír el pescado por tandas para que la temperatura del aceite no baje. Así conseguirás que quede muy crujiente.

Y un último apunte: una vez fritos los boquerones, déjalos sobre papel absorbente de cocina para que suelten el exceso de aceite. Y sírvelos enseguida, porque si se enfrían, están ricos, pero pierden su punto crujiente.

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