Nuestra receta de hoy es una auténtica fiesta. Un plato muy fácil de preparar e ideal para compartir, que se convierte en todo un ritual cuando lo llevamos a la mesa. Estamos hablando de la fondue de queso, sin duda uno de los platos más tradicionales y característicos de la gastronomía suiza.
Aunque no está claro si el origen de la fondue de queso es suizo, francés o italiano, de lo que no hay duda es de que esta receta nació en los Alpes, donde los pastores preparaban una elaboración similar (aunque mucho más rudimentaria) para alimentarse durante sus estancias en las montañas.
Los montañeses disponían de pocos alimentos, pero en su zurrón solían llevar queso y pan, así que calentaban el queso para que estuviera un poco más blando y a la vez caliente, así soportaban mejor el frío.
Lejos de la soledad en la que se degustaba la receta original, hoy en día la fondue de queso es sinónimo de cenas con amigos o en familia, pero siempre para compartir. De hecho, en muchos lugares es la receta oficial con la que se celebra el día de la amistad.
Pero la fondue es más que una simple mezcla de quesos fundidos. Uno de los ingredientes que le da sabor a la elaboración es el alcohol, ya sea vino blanco o, según la elaboración más tradicional, un poco de kirsch o aguardiente de cerezas (tenlo en cuenta si en casa hay niños). También es habitual dar sabor a la fondue con un poco de nuez moscada y pimienta negra, y se suele restregar un ajo en el recipiente donde se funden los quesos.
Para mojar en ese queso fundido, el acompañamiento tradicional son unos dados de pan de pueblo con mucha miga y, a poder ser, de corteza gruesa. Lo ideal es tostar el pan, para que resulte más crujiente y para que el queso lo recubra por completo sin romperlo.
¿Dónde preparar la fondue?
Para preparar la fondue lo primero que necesitarás será un recipiente que sea lo más auténtico posible, lo mejor es que consigas el tradicional caquelon, una cazuela de cerámica, barro cocido o hierro fundido pensada específicamente para hacer fondues.
No vale cualquier cazo o olla, porque luego, para mantener el queso caliente y su textura fundida, deberás poner el caquelon sobre un hornillo pequeño, una vez en la mesa. Por eso los caquelon suelen disponer de un asa cortita para poderlos transportar sin peligro de quemaduras.
Los caquelon suelen incluir también unas brochetas para poder pinchar el pan (o los ingredientes con los que acompañes la fondue, que también pueden ser verduras u hortalizas, además de carnes o embutidos) e introducirlos en el queso. Estas brochetas acostumbran a tener un color o una marca distintiva entre ellos, para que cada comensal sepa en todo momento cuál es la suya.