He de reconocer que el aguacate forma parte de mi alimentación desde hace años. Lleno de sustancias beneficiosas para el organismo, sobre todo grasas cardiosaludables, bajo su gruesa piel se esconde una pulpa, suave y carnosa de color verde amarillento, que me encanta.
Untada sobre una tostada de pan y con un poco de sal, aceite y limón, está exquisita, pero también es perfecta para completar mis ensaladas, en bocadillos vegetales, en cremas y batidos… Y si hago una cena mexicana con mis amigos, no puede faltar el guacamole con cebolla, chile jalapeño, cilantro fresco y, evidentemente, aguacate.
Siempre estoy experimentando y buscándole nuevas posibilidades. El otro día, por ejemplo, descubrí que puedo preparar incluso un delicioso flan. ¡Es realmente sorprendente!
Cocina Fácil / RBA / CIRO ARAGONÉS
Cómo elegirlo
Antes de abrir el aguacate es importante fijarse que esté bien maduro. No te recomiendo que sigas el truco de retirar el pedúnculo o rabillo y mirar el color (dicen que, si es de color amarillo, está en su punto), porque no es del todo fiable, además, rompe la protección natural del aguacate y deja una parte abierta al exterior. Lo mejor, según mi experiencia, es cogerlo con una mano. Si al presionar un poco la piel, esta cede ligeramente, es que está en su punto.
De todas maneras, si lo compras muy verde, lo puedes dejar madurar a temperatura ambiente al lado de una manzana o unos plátanos. Al ser una fruta climatérica, continúa madurando tras la recolección. En cambio, si ya está muy maduro, lo mejor es que lo guardes en la nevera y lo consumas enseguida para evitar que se pase.
El método para abrir el aguacate es sencillísimo, pero tiene su truco. Yo lo corto a lo ancho (también lo puedes cortar a lo largo), dándole la vuelta completa al fruto. Luego, solo queda girar cada mitad en sentido contrario y… listos.
Una vez abierto…
Seguro que te ha pasado alguna vez (a mí, sí), has utilizado solo una mitad del aguacate, has guardado la otra en la nevera y, al día siguiente, la pulpa estaba de color marrón. Qué horror, ¿verdad? Hay muchas soluciones a este problema, pero no todas funcionan igual de bien. Aquí te dejo las más populares para que experimentes a tu gusto y te quedes con la mejor opción.
- Con zumo de limón. Este es uno de los trucos más clásicos. Se trata de mojar la pulpa completamente con zumo de limón y guardarla en un táper. Realmente este es un truco efectivo, pero debes asegurarte que la pulpa queda bien cubierta. Si te dejas alguna parte sin zumo, la pulpa se oxidará y cogerá ese color oscuro tan feo.
- Guarda el aguacate abierto con el hueso. Esta idea también suele circular bastante entre los consumidores de aguacates. Para proteger mejor la pulpa, tápala con la cáscara de la otra mitad ya utilizada y envuélvela con papel transparente de cocina. Para que este truco sea efectivo, el film debe quedar bien pegado, si no, cuando vayas a usar la pulpa, estará oxidada. Para que eso no pase, envuélvela como si fuera un caramelo y, luego, tápala con más film. Es efectiva, pero estarás gastando mucho plástico.
- Con cebolla. Guarda la mitad de aguacate sobrante en un táper junto a un trocito de cebolla. El resultado es casi perfecto, pero tiene un contratiempo: el aguacate acaba cogiendo sabor a cebolla. Si vas a preparar un plato salado y no te importa el sabor a cebolla, es la mejor opción, pero si te molesta o vas a realizar una receta dulce, no te lo recomiendo.
Otras técnicas que he visto por las redes sociales son envolver el aguacate en una servilleta húmeda dentro de una bolsa, taparlo con papel de aluminio o poner la mitad cortada boca abajo en un recipiente con agua que cubra la pulpa o con aceite.
Algunas recetas con aguacate que te encantarán…
Si te has quedado con ganas de conocer más propuestas en las que el aguacate sea el protagonista, no te pierdas los aguacates rellenos de langostinos, mejillones y verduritas. Se trata de un plato, listo en 5 minutos, perfecto para servir como entrante o aperitivo ligero y saludable.
También puedes preparar una estupenda y completísima ensalada de aguacate, bonito, espinacas y mozzarella. Y si buscas algún postre con el que sorprender a tu familia y recargar pilas, toma nota de la mousse de aguacate y cacao. Si tienes niños, se lo comerán en un santiamén.