Finas, algo crujientes o más bien tiernas, pero siempre dueñas de una delicada textura, las crepes son el envoltorio perfecto para cualquier relleno, salado o dulce. La masa es muy fácil de hacer y aunque cogerle el punto a la cocción requiere un poco de práctica, enseguida le pillas el truco. Quizás las primeras no te salgan del todo bien, pero si tienes un poco de paciencia comprobarás que hacer tus propias crepes caseras siempre merece la pena y, una vez que empieces, querrás hacerlas a todas horas.
Tres son las razones por las que esta receta emblemática de la cocina francesa es también uno de los platos más populares y consumido fuera de sus fronteras. Una: que los ingredientes de la masa forman parte del fondo de despensa y no hay que salir a comprarlos, porque siempre están a mano. Dos: que combina de maravilla con todos los alimentos y permite jugar con los rellenos para preparar platos sabrosos y distintos cada día. Y tres: las crepes caseras son ideales para aprovechar algún resto de comida (guiso de carne, salpicón de marisco, salsa boloñesa...) que tengamos en la nevera y darle una segunda y deliciosa oportunidad a las sobras. ¿Qué más se puede pedir?
Otra ventaja que tienen las crepes hechas en casa es que te resultará muy fácil reemplazar algún ingrediente básico por otro si tienes problemas de alergia o intolerancia, no te gusta su sabor o no está disponible en ese momento. Sustituye leche entera de vaca por desnatada, si quieres reducir grasas, o por bebidas vegetales (almendra, soja, avena, arroz...); estas crepes de frutas rojas y yogur, por ejemplo, se elaboran con bebida de soja y tienen un sabor increíble, ¿quieres probarlas? O cambia la harina de trigo refinada por una integral (así hemos hecho estas crepes integrales con semillas de amapola y miel y nos han quedado divinas); o utiliza alguna “sin gluten” (maíz, garbanzo, arroz, soja, trigo sarraceno...) si algún comensal es celíaco o simplemente por variar. ¿Te atreves con unas crepes vegetarianas? Utiliza la bebida vegetal que prefieras y sustituye el huevo por 1 cucharada de lino molido, de maicena o de almidón de tapioca mezclado con 3 cucharadas de agua agua fría. Bon appétit!
Receta fácil para hacer crepes caseras
Crepes caseras paso a paso
Para 4 personas – 20 minutos
Ingredientes
- 125 gramos de harina
- 250 mililitros de leche
- 1 huevo grande
- 1 pizca de sal
- Aceite de oliva
Paso a paso
Haz la masa.
Casca el huevo en el vaso de la batidora y añade la leche, la harina y la sal; bate unos instantes, hasta que todos los ingredientes estén incorporados y obtengas una papilla fina.
Deja reposar.
Vierte la masa en un cuenco, tápala con un paño de cocina y reserva en la nevera durante un mínimo de 30 minutos.
Calienta la sartén.
Pon al fuego una sartén y engrásala con un poco de aceite. Remueve la masa preparada y vierte un cacillo en la sartén; inclina un poco esta y muévela para que la masa se extienda por el fondo formando una capa fina.
Cocina las crepes.
Cuaja la crepe a fuego muy lento 1 o 2 minutos, hasta que empiecen a formarse burbujitas en la superficie. Dale la vuelta con una espátula y dórala por el otro lado unos 30 segundos. Retírala y repite proceso hasta agotar la masa, engrasando la sartén cada vez.
Rellénalas al gusto.
Apila las crepes y resérvalas tapadas para que conserven el calor hasta el momento de rellenarlas con los ingredientes que quieras (más abajo te damos algunas ideas saladas y dulces).
Utensilios imprescindibles para hacer crepes
El primer paso para lucirte con tus crepes caseras es conseguir que la masa esté homogénea y no tenga grumos, y para ello hay que mezclar bien los ingredientes, con una batidora de vaso o con unas varillas eléctricas. También necesitarás un cucharón (o una jarra graduada o un accesorio dosificador) para asegurarte de que viertes siempre la misma cantidad de masa en la sartén, y un rodillo especial para extenderla de manera uniforme por el fondo de la sartén, así las crepes te quedarán todas iguales.
Reserva una sartén exclusivamente para hacer tus crepes caseras y no la uses para nada más. Debe ser antiadherente, poco profunda y con bordes redondeados; con fondo grueso para que reparta bien el calor y consistente, pero no demasiado pesada, para que puedas manejarla sin romperte las muñecas. En cuanto al tamaño, elígela entre 12 y 15 cm de diámetro si te gustan las crepes pequeñas, y de 18 a 27 cm si las prefieres de talla superior. También puedes usar una crepera, que “fabrica” unas crepes deliciosas en cuestión de segundos; hay modelos con una placa, para crepes medianas o grandes, o con varias para cocer unas cuantas pequeñas a la vez.
Y no te olvides de la espátula, imprescindible que sea larga y fina para que puedas introducirla debajo de la masa y darle la vuelta a la crepe con rapidez y comodidad.
7 trucos para que tus crepes queden perfectas
- La masa de tus crepes caseras debe quedar con una textura cremosa, similar a la de la nata líquida. No la batas demasiado y pásala por un colador para que quede fina y sin grumos.
- Deja reposar la masa en la nevera, o en un lugar fresco, un mínimo 30 minutos (mejor si son 2 horas). Mientras, puedes aprovechar el tiempo preparando el relleno.
- Para que tus crepes caseras no se peguen, engrasa la sartén con aceite o mantequilla. Utiliza en ambos casos una cantidad mínima, se trata de dorar las crepes no de freírlas. Calienta la sartén un poco y unta el interior con papel de cocina impregnado con unas gotas de aceite o reparte este con ayuda de media patata. O funde un poco de mantequilla y extiéndela por el fondo y las paredes con un pincel. Repite el proceso entre crepe y crepe.
- Espera a que la sartén esté muy caliente antes de cocer las crepes. Retírala unos instantes del fuego y vierte la masa en el centro (la dosis adecuada es de unos 60 ml); mueve la sartén rápidamente para que se reparta de manera uniforme por el fondo y deja cuajar la crepe.
- Dale la vuelta a la masa cuando aparezcan burbujitas en la superficie y veas que la base está tostada y los bordes se separan de la sartén. Hazlo pasando una espátula o una lengua de silicona por el borde de la crepe; no uses objetos punzantes, como tenedores o cuchillos, si no quieres romperla. También puedes darle la vuelta a la crepe lanzándola al aire pero si no tienes experiencia en este asunto, ni tampoco habilidad manual, por mucho que te tiente tu espíritu aventurero utiliza mejor el método tradicional de la espátula.
- Si uno de los lados de la crepe se tuesta demasiado no te preocupes, es normal y además tiene solución. Coloca esa cara hacia arriba y añade encima el relleno; luego dobla la crepe, o enróllala, así la parte quemada quedará en el interior y no te estropeará la presentación.
- ¿Quieres conservar tus crepes calientes hasta que las rellenes? Si las vas a doblar o enrollar te convienen que estén tiernas y manejables; en ese caso apílalas en un plato según las vayas sacando de la sartén y colócalas sobre una cazuela con agua caliente, tapadas con un paño. Si simplemente las vas a servir con el relleno encima y prefieres que te queden un poco crujientes, déjalas en el horno a temperatura baja (unos 90º).
Cómo dar color y sabor a la masa de crepes
Para que tus crepes resulten más atractivas puedes teñir la masa con colorantes alimentarios o con purés o salsa de verduras (espinacas, remolacha, tomate...). Mira estas apetitosas crepes de colores, ¿a que te gustaría probarlas?
Si quieres hacer crepes de postre, utiliza mantequilla en lugar de aceite para engrasar la sartén y endulza la masa sustituyendo la sal por 1 cucharada de miel o de azúcar avainillado, nosotros se lo hemos añadido a estas crepes al limón y el resultado es... ¡irresistible! Y si le pones un poco de cacao harás las delicias de los espíritus más golosos, apúntate esta receta de crepes de chocolate con frutas y salsa de frambuesa y triunfarás en la próxima merienda.
En función de si tus crepes caseras van a ser dulces o saladas y del relleno que elijas, también puedes aromatizar la masa con distintas hierbas (orégano, perejil, cilantro, menta albahaca...); especias (curry, azafrán, canela, anís estrellado...); ralladura de cítricos; agua de azahar o 1 cucharadita de licor (brandy o ron), vino blanco, sidra, cerveza... Tienes un montón de posibilidades para elegir.
Presenta tus crepes de forma original
La masa de las crepes se cuece habitualmente en una sartén circular, así que las crepes adoptarán esa forma y obtendrás discos del mismo diámetro que la base de la sartén. ¿Se puede usar una cuadrada? Si quieres innovar, adelante, pero ten en cuenta que darle la vuelta a una crepe en una sartén así es mucho más complicado.
Que tus crepes caseras sean todas redondas no quiere decir que resulten aburridas. Al contrario, una vez cocidas son tan manejables que puedes darle la forma que quieras con las manos e incluso ayudarte con moldes especiales, como los que se usan para hacer cucuruchos. Precisamente esa es la forma que tienen estas crepes de chocolate con crema de naranja. Espectaculares, ¿no? Una vez rellenas las crepes también puedes doblarlas en forma de abanico, como siempre, o hacer paquetitos, saquitos, canelones, rollitos o un milhojas tan sorprendente como la tarta de crepes y buttercream de fresa, un pastel de capas perfecto para “dar a nota” cuando tengas una celebración especial. ¡No pongas límites a tu imaginación!
Rellenos dulces y salados para tus crepes
Preparar unas estupendas crepes caseras es tan fácil que aunque no tengas experiencia solo vas a tardar unos minutos en aprender la técnica si sigues nuestra receta base. Ahora solo tienes que elegir los ingredientes del relleno y combinarlos como quieras, porque las crepes admiten absolutamente todo. Si eres principiante y todavía no te atreves a mezclar sabores y texturas a tu antojo, toma nota de estas ideas fáciles pero resultonas para rellenar unos crepes salados: salmón ahumado con queso blanco para untar; jamón dulce con mozzarella y tomates cherry; espinacas y queso de cabra; pisto con huevo de codorniz cocido; champiñones con pechuga de pollo y besamel; salteado de hortalizas; salpicón de marisco...
Si quieres servirlas como desayuno, merienda o postre, puedes rellenar tus crepes caseras con requesón con melocotón y almendras; compota de manzana con canela; ricota con nueces y miel, dulce de membrillo con queso mascarpone; láminas de fresa con nata montada... O rellénalas con alguna crema: cacao y avellanas, chocolate negro, naranja, cacahuete, dulce de leche o tofe, también resultan exquisitas. Riégalas con unos hilos de sirope o de chocolate y acompáñalas de una salsa chantillí, de yogur o de frutas rojas, o unas natillas claritas, presentadas en un cuenco aparte para que cada comensal se sirva a su gusto.
Cómo conservar las crepes
Ya que te pones, haz crepes de más y guarda las que te sobren, así las tendrás siempre a mano para improvisar una cena o un postre 5 estrellas en un pispás. Primero espera a que se enfríen del todo y luego resérvalas en la nevera, apiladas y envueltas en film transparente. De este modo te aguantarán perfectamente 2 o 3 días.
Si vas a tardar más tiempo en consumir tus crepes caseras, congélalas. Disponlas una sobre otra, formando una torre, y coloca entre ellas un trozo de papel vegetal ligeramente engrasado con aceite, para que no se peguen. Envuélvelas después en una bolsa de congelación grande provista de cierre hermético y déjalas en el congelador; así se conservan sin problemas un par de meses
Las crepes alrededor del mundo
Las francesas son las más famosas y las primeras en las que pensamos al escuchar la palabra crepe, pero no son las únicas, ya que masas muy similares forman parte desde hace siglos de los recetarios de medio mundo. Como ocurre con las crepes clásicas, estas masas no se fríen ni se hornean, sino que se cuecen en un recipiente caliente engrasado previamente, y también comparten formato (son planas y redondas), rellenos y presentaciones. Estas son algunas de las “otras” crepes.
Las galettes bretonas se diferencia de las tradicionales en que la harina se sustituye por trigo sarraceno (alforfón), por lo que es apta para celíacos, y la leche por agua. Casi siempre se rellenan con ingredientes salados y se doblan formando un sobre. Si nunca las has preparado, te recomendamos esta galette de melocotón y fresas. La masa de los frixuelos asturianos o frisuelos leoneses se puede aromatizar con ralladura de limón o licor de anís y se sirven enrollados, rellenos de compota de manzana o crema de castañas, y espolvoreados con azúcar glas o regados con miel. Las filloasgallegas se pueden hacer con leche, como las crepes clásicas, o con sangre de cerdo o caldo del cocido; estas se cuecen en una sartén untada con un trozo de tocino. En Alemania, Suiza y Austria las crepes se llaman Pfannkuchen, Eierkuchen o Palatschinken y se rellenan con mermelada, compota de frutas o azúcar mezclada con canela; también con queso, carne o embutidos; e incluso son protagonistas de una deliciosa sopa llamada Frittatensuppe.
A la masa de las tortitas americanas o pancakes se le agrega levadura o bicarbonato, por lo que quedan más altas y esponjosas que las crepes, y también son más pequeñas. La tortita no se dobla ni se enrolla y el relleno, que suele ser dulce, se coloca encima. Los blinis rusos también llevan levadura, por lo que se consideran una especia de tortita, aunque su tamaño aún es menor. Se utilizan como base para canapés de caviar y otras huevas de pescado, ahumados o encurtidos.
Entre las crepes más exóticas se encuentran los baghrir marroquíes, que se elaboran con sémola de trigo y agua tibia, se cuajan solo por un lado y se caracterizan por la gran cantidad de agujeros que tienen en su superficie. Se sirven con una salsa de miel y mantequilla, almíbar o mermelada. Las crepes indias se llaman dosas y se hacen con arroz y lentejas fermentados (no llevan harina). Muy finas y crujientes, sustituyen al pan en las comidas y también se toman como aperitivo, en compañía de chutneys y otras salsas. Los blintzes son más consistentes que las crepes, ya que suelen llevar más cantidad de huevo, y se presentan enrollados alrededor de un relleno que, aunque puede ser salado, con carne o verduras, la mayoría de las veces es dulce: queso fresco o requesón y salsa de frutas rojas. Este receta tiene su origen en las comunidades hebreas de Centroeuropa y se sirve en las principales fiestas judías.