Si tu idea de churro es la de un lazo pastoso y grasiento imposible de digerir que se te queda pegado al estómago todo el día, es que lo has comprado en el sitio equivocado o tienes la receta errónea. Los churros auténticos son jugosos por dentro y crujientes por fuera. Prueba a hacerlos en casa con nuestra fórmula y los trucos que te contamos a continuación. Síguelos al pie de la letra y repetirás.
Receta fácil para hacer churros caseros
Churros caseros paso a paso
4 personas · 30 minutos
Ingredientes
- 1 taza de harina
- 1 taza de agua
- 1 nuez de mantequilla
- 1 pizca de sal
- Aceite de oliva suave
Paso a paso
Hierve el agua.
Coloca la mantequilla y la sal en un cazo, vierte 1 taza de agua y lleva a ebullición, removiendo de vez en cuando.
Tamiza la harina sobre un cuenco.
Agrega el agua hirviendo y mezcla enérgicamente con una cuchara de madera durante varios minutos, hasta conseguir una masa espesa y homogénea que se despegue de las paredes del recipiente.
Rellena la manga.
Deja templar la masa unos minutos a temperatura ambiente e introdúcela en una churrera o en una manga pastelera resistente con boquilla estriada.
Forma los churros.
Sobre una hoja de papel vegetal, acaba de darles la forma que prefieras (tiras, aros, lazos...) y corta la masa con unas tijeras entre uno y otro.
Calienta el aceite.
Pon al fuego una sartén de paredes altas con abundante aceite. Cuando esté bien caliente, pero sin que llegue a humear, ve incorporando los churros por tandas.
Fríe los churros.
Dóralos por ambos lados, hasta que estén crujientes, retíralos y déjalos escurrir en una fuente forrada con papel absorbente antes de servirlos.
Verás que hacer churros en casa no tiene ninguna complicación, pero para que el éxito sea completo no esperes a que se enfríen porque entonces no habrá quien se los coma. Sírvelos nada más sacarlos de la sartén y espolvorea azúcar o canela por encima, como estos apetecibles churros caseros. Y si te apetece presentarlos de otra manera, emplea confites de azúcar de colores, fideos o granillo de chocolate, purpurina comestible... También puedes bañarlos con salsa de chocolate, solo hasta la mitad para que no resulten muy pesados, o rellenarlos con dulce de leche, lemon curd, praliné, crema pastelera o de cacao. Para ello, mejor que te agencies de una jeringa de repostería para esta tarea, son muy baratas, muy fáciles de encontrar y el resultado es espectacular.
Los churros se pueden comer solos, claro, pero como más ricos están es en compañía de una bebida caliente como café, té, leche con cacao o un buen chocolate a la taza, por supuesto. Si presentas tus churros con chocolate especiado y aromatizado con brandy, te ganarás el aplauso general. Y no solo porque tienen una pinta estupenda, sino porque el sabor y la textura de estos churros hechos con tus propias manos no tiene nada, pero nada, que ver con los de la churrería de la esquina. Pues eso, que viva la diferencia.
Trucos para triunfar con tus churros caseros
Respeta las proporciones de harina y agua; por regla general se emplea la misma cantidad de ambas, en volumen, es decir, una taza de agua por cada taza de harina.
Para evitar que tus churros caseros sepan a "harina cruda" tamiza esta antes de añadirle la mezcla de agua, sal y mantequilla. El agua debe estar hirviendo, no vale tibia ni solo caliente.
Si en vez de mantequilla quieres añadir aceite a la masa, que sea de oliva virgen extra: solo 1 cucharada por cada 250 gramos de harina y 250 gramos de agua.
Es muy importante que te quede una masa compacta, bien espesa y homogénea para que los churros no exploten al freírlos. Si te cuesta removerla con la cuchara, porque tienes bastante cantidad o es muy espesa, espera a que se temple un poco para no quemarte, engrasa tus manos con aceite y amásala el tiempo necesario hasta que esté lisa y suave.
La churrera es un invento genial para conseguir que los churros te queden siempre en su punto, porque comprime perfectamente la masa y evita que se formen burbujas de aire. Las mejores no son baratas, pero si puedes comprarte una, tómatelo como una inversión porque con el tiempo le vas a sacar mucho partido.
Si no tienes churrera tampoco te agobies, puedes utilizar una manga pastelera con boquilla estriada o incluso hacer los churros con las manos. Coge pequeñas porciones de masa y hazlas rodar entre las palmas hasta conseguir pequeños cilindros; puedes dejarlos tal cual o unir los extremos y darles forma redonda u ovalada.
Cómo freír bien tus churros caseros
¿Te gustan los sabores muy intensos? En ese caso, puedes freír los churros en aceite de oliva virgen; si no es así, decídete por uno suave especial para frituras o de girasol.
Utiliza siempre un aceite completamente limpio (no recicles uno ya usado) y en cantidad abundante: los churros tienen que “nadar” en aceite. Y este debe estar bien caliente, entre 180º y 190º; si es posible, controla la temperatura con un reloj de cocina.
Si el aceite se enfría durante la fritura los churros absorberán demasiada grasa y te quedarán de pena. Para que esto no ocurra, tómatelo con calma y ve añadiendo los churros por tandas, 3 o 4 como mucho cada vez.
Si no tienes mucha práctica mejor forma los churros sobre una superficie lisa e introdúcelos en el aceite con una espumadera, en vez de dejarlos caer desde la manga. De este modo no tendrás que acercarte demasiado a la sartén y estarás a salvo de salpicaduras.
Fríe los churros a fuego medio en una sartén grande y honda, así les podrás dar la vuelta con comodidad, una o dos veces si hace falta, hasta que se doren igual por ambos lados. De este modo quedarán crujientes por fuera y bien cocidos por dentro.
Escurre muy bien los churros cuando los retires de la sartén, déjalos reposar sobre papel de cocina un máximo de 2 minutos para que absorba el exceso de grasa, y sírvelos calientes.
¿Las porras y los churros son lo mismo?
Se parecen bastante, pero no son exactamente iguales. A la masa de las porras se le añade una pizca de bicarbonato o de levadura y hay que dejarla reposar para que fermente antes de freírla, mientras que la de los churros no tiene que levar y se puede freír de inmediato.
También se diferencian el grosor. Los churros son más finos y compactos que las porras, tienen forma de palo o lazo y se doran por tandas, mientras que las porras se fríen formando una rosca o espiral grande y, una vez escurrida, se corta en tiras largas con unas tijeras.
En Andalucía presumen de una variedad de churro propia, más cercana a la porra, que según la zona recibe un nombre u otro: tejeringo, jeringo, masa frita, tallos o calentitos.
Churros caseros con distintas formas y sabores
La receta básica de los churros se hace con harina, agua y sal, pero puedes agregarle otros ingredientes para enriquecerla. Hazlos con pasta choux, añadiendo a la masa 1 huevo, o sin gluten, cambiando la harina de trigo por almidón de maíz o harina de arroz, están riquísimos de todas maneras. Ponles tu toque personal incorporando a la masa puré de tubérculos tan exóticos como la yuca o de verduras de nuestra huerta como hemos hecho con estos sorprendentes churros de calabaza. Y si te atreves, mézclala con 1 cucharada de té matcha y “pinta” tus churros de color verde, seguro que triunfas.
Los churros tradicionales tienen forma de lazo o de cilindros finos de unos 10 cm de largo, aunque no tienes por qué conformarte con hacerlos siempre igual. ¿Quieres poner a prueba tu creatividad? Córtalos rectos y monta esta impresionante charlota de churros con mousse de chocolate que dejará a todo el mundo impactado. Si lo prefieres, dales forma de corazón, de rosquilla o de buñuelo, o haz unas piruletas de churro: dibuja pequeños discos sobre papel vegetal, fríelas y pínchalas en palitos de madera.
¿Necesitas más ideas? Introduce la masa en una manga pastelera con boquilla lisa, forra con ella unos cuencos pequeños puestos boca abajo y déjalos en el congelador. Cuando la masa adquiera consistencia, retírala con cuidado de los cuencos y verás que se han formado unas cestitas; fríelas en aceite muy caliente, escúrrelas y rellénalas con buttercream de vainilla, como si fueran cupcakes. Del mismo modo puedes cubrir unos moldes de cono, crear unos cucuruchos y rellenarlos con helado. Con la masa de churros también puedes envolver unas bolas de chocolate negro, blanco o con leche y hacer bombones. O dibujar una espiral del tamaño de un molde desmontable y, una vez frita, espolvorearla con azúcar y usarla como base para un cheesecake de campeonato. Tú eliges.
¿Los churros se pueden congelar?
Si has hecho más masa de la que pensabas y te han quedado churros sin freír, pásalos a un recipiente con tapa y déjalos en la nevera, pero no más de 24 horas.
En caso de que no te apetezca comer churros dos días seguidos mejor congélalos, pero solo si están crudos. Colócalos en una fuente plana forrada con papel vegetal separados entre sí, para que no se peguen, y déjalos en el congelador hasta que la masa se endurezca. Luego, guárdalos en una bolsa de uso alimentario con cierre y devuélvelos al congelador. Eso sí, cuando quieras disfrutar otra vez de unos churros caseros calentitos y crujientes no hará falta descongelarlos, bastará con echarlos directamente a la sartén y freírlos en aceite bien caliente. Facilísimo.
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