"Vino y queso saben a beso", y sino, que se lo pregunten a los apasionados por este irresistible manjar lácteo y a los amantes del vino. Porque es prácticamente imposible pensar en una buena tabla de quesos y no imaginarse una copa de vino tinto que la acompañe. Sin embargo, lo cierto es que para maridar este manjar la mejor opción es el vino blanco o, en su defecto, la cerveza.
Los vinos tintos deberían reservarse para los quesos más intensos pero, tal y como explica el chef Carlos Sierra a Cocina Fácil, al fin y al cabo "el maridaje es una cuestión de gustos". Un buen truco es acordarse de que, por lo general "los productos de la misma región suelen compenetrarse bien", añade.
Guía rápida para maridar queso y vino
"Tenemos que tener en cuenta que los vinos que tengan muy marcados los taninos bloquean la lengua y anulan ciertos sabores del queso. A la hora de degustar una tabla, es importante buscar el equilibrio de un vino que armonice de una manera general con la mayoría de los quesos, y eso va en función también con los gustos personales", asegura el chef ejecutivo del Grupo Poncelet.
Para los vinos blancos secos naturales y rosados
Se debe escoger quesos tiernos de vaca y cabra (o mezcla con predominio de leche de vaca), elaborados con leche pasteurizada, con textura de blanda a semiblanda, como por ejemplo el queso de Tetilla, Cantabria, Garmillas, L´Alt D´Urgell o Murcia al Vino.
Para vinos bancos jóvenes y afrutados
Optaríamos por quesos de vaca y cabra, de pasta blanda y corteza enmohecida, como el Tou dels til-ers, Garrotxa o Camembert. También maridan bien con quesos de vaca o cabra, de pasta blanda y corteza lavada, como el Münster, Acehúche o la Quesailla; con quesos de cabra de leche cruda y textura semiblanda, entre los que encontramos el Ibores o el Majorero; y con quesos de pasta blanda tipo Garmillas, Torta de los Montes de Toledo, Serena o Flor de Guía.
Para vinos blancos secos en madera
La mejor opción es escoger quesos curados con leche cruda de vaca, como el queso de Mahón curado, Serrat o Taramundi. También combinan a la perfección con quesos afinados de cabra como Alpujarras, Montsec, Ibores, Aracena o Tronchón, que estén elaborados con leche cruda; y con quesos semicurados de oveja de textura semidura, como el Manchego, el Idiazábal o el Zamorano.
Para vinos blancos fermentados en barrica o vinos tintos de crianza
Los quesos curados de cabra y muy curados de vaca, como el Grazalema y el Mahón añejo, combinan perfectamente con este tipo de vinos. También lo hacen los quesos muy curados de oveja (Manchego o Castellano), las tortas algo maduras y de corteza remelosa, los ahumados (San Simón, Palmero e Idiazábal semicurados) y los quesos fermentados (Tupí o Gaztazarra).
Para finos y manzanillas
Los aperitivos a base de finos o manzanilla pueden acompañarse de quesos muy curados y de intensa fermentación, como el Aracena, Acehúche o Cabrales.
Para cavas
Incorpora a esta elección líquida quesos de vaca y cabra de pasta blanda y corteza enmohecida, como Tou dels til-ers, rulos de cabra, chêvre franceses, Monte Enebro, Baridá o Garrotxa. También puedes añadir tortas de cabra como Montes de Toledo, tortas de oveja jóvenes y en su punto (Casar, Serena) o quesos de cabra de textura blanda a semiblanda (Montsec, Aracena, De Osera).
Para vinos tintos reserva, amontillados y olorosos
Apunta quesos muy curados de cabra y oveja, que estén elaborados con leche cruda (Ibores, Tronchón, Castellano, Rondeño, Grazalema, Roncal). Otro buen maridaje lo hacen con quesos azules no muy maduros (Valdeón, Bejes-Tresviso), con ahumados (Palmero e Idiazábal curados) y quesos fermentados fuertes (Tupí, Gaztazarra).
Para vinos dulces
Finalizamos con los vinos dulces que, curiosamente, combinan perfectamente con las variedades más intensas, como los azules. Entre ellos, Cabrales, Picón Bejes-Tresviso, Valdeón, Gamoneu; así como con quesos de oveja añejos y algo rancios, entre los que encontramos el Zamorano, Grazalema y Mahón artesano añejo.