Hay quienes dicen, en tono de broma, que los ‘realities shows’ gustan porque nos ponen en ‘encefalograma plano’ al final de una larga jornada de duro trabajo. Pero, realmente, hay bastante más trasfondo del que parece en ‘el gran enganche’ que consiguen este tipo de formatos audiovisuales. A tan solo un día del ‘Yellow Day’, el día más feliz del año según meteorólogos y psicólogos del mundo, en ‘Lecturas Diario’ descubrimos por qué estos simples programas nos revierten de la tan necesaria felicidad.
En primer lugar, estos contenidos audiovisuales que llevan de moda desde que en el año 2.000 aterrizara el primero de todos en España, el revolucionario Gran Hermano, parece ser que nos divierten especialmente porque nos consiguen desconectar por unos minutos de nuestra monótona y, a veces, tediosa realidad diaria para adentrarnos de lleno en otras realidades mucho más amenas.
Ofrecen desconexión y felicidad
Lo cierto es que se han hecho pocos estudios científicos al respecto, pero una investigación reciente avala este hecho. Hayu, la plataforma de solo realities de la NBC, ha llegado a esta conclusión: el 73 por ciento de mujeres de entre 18 y 40 años en nuestro país experimenta una sensación de desconexión y felicidad cuando ve este tipo de formatos televisivos. Aunque el universo del informe no contempla cuota masculina, posiblemente los resultados no serían mucho más diferentes. Y es que el reality, en términos generales, es tan exitoso porque ‘atrapa’ a todo ser viviente: da igual la edad, el sexo o la clase social que se tenga.
La segunda razón por la que visionamos este tipo de televisión es porque puede generarnos tanta dopamina como, por ejemplo, escuchar tu música favorita o leer una novela. Si lo pensamos bien, lo cierto es que hay bastante puntos en común entre las novelas y los realities actuales: las realidades que la pequeña pantalla ofrece con estos formatos no es que sean especialmente ‘reales’.
Es por la 'poca' realidad que enseñan
Normalmente, ofrecen lo opuesto a la realidad: islas paradisíacas, como en ‘Supervivientes’, vidas repletas de lujo o situaciones límite ideadas por los propios concursos para enganchar a la audiencia proporcionan al espectador una desconexión casi total de su día a día. Tanto es así, que el estudio antes mencionado también demuestra cómo para muchos es tiempo para ellos mismos: el 35 por ciento de las entrevistadas explican que prefieren ver este tipo de formatos a solas.
Que el reality mejora el estado de ánimo a hombres y mujeres prácticamente por igual no hace falta que lo corrobore ningún estudio, pero en ‘Lecturas Diario’ queremos dejarlo claro con confesiones como esta: “Me parecen la fórmula de entretenimiento perfecta para cuando necesitas un masaje cerebral que te abstraiga de los asuntos del día a día”, explica por ejemplo Gonzalo (38) en ‘ifeel’.
"Es escapismo de la realidad"
Este respetable argumento, de un mero espectador de televisión español, no difiere mucho de las explicaciones que dan sus propios responsables sobre el éxito permanente de estos formatos. Por ejemplo, Hendrik McDermott -director general de EMEA Networks, Hayu y Direct-to-Consumer, NBC Universal- explica: "Es escapismo de la realidad de la vida, un momento para tomarse un momento para uno mismo y una oportunidad para relajarse, y los resultados lo han puesto claramente de relieve."
Lo que está claro es que, por muy denostado que esté este tipo de formato, genera felicidad en una inmensa mayoría de la población española. Porque si no rápidamente usaríamos el botón de apagar del mando, una acción tan sencilla como cerrar un libro o desconectarnos de Instagram. Pero es que, además, la oferta es especialmente variada.
Habrá a quién le guste ver los docu-realities de Isabel Presley, aunque sus vidas poco tengan que ver con la del ex de Mario Vargas Llosa, pero justo les llame la atención eso: entrar en la ostentosa casa de esta ‘celebritie’ tan mediática como exclusiva. Y, a otros, les hará sentir más felices las historias de perfiles más anónimos como pueden ser los de ‘Gran Hermano’.
¿Es ético divertirnos usando a otros como entretenimiento?
En todos los casos, para la psicóloga María Cartagena, hay una misma razón: “Puede que el motivo principal por el que vemos este tipo de programas sea el de identificarnos, interesarnos, posicionarnos o empatizar con algunos de esos personajes que nos presentan”, argumenta en ‘Aceprensa’.
Qué sea una forma ‘ética’ de llenarnos de felicidad es una reflexión interesante. ¿Está bien que nos divirtamos usando a otros como entretenimiento? ¿Cosificamos a sus protagonistas y los reducimos a simples objetos de consumo? Es probable, pero este ya es otro tema…