Esta es la canción que, según los científicos, más felicidad genera en el mundo

La neurociencia lo tiene claro: la música nos ayuda a ser más felices. Pero, además, hay sonidos tan cotidianos como la risa que también pueden mejorar tu estado de ánimo

Enrique Espada
Enrique Espada

Periodista especializado en actualidad

Chica escuchando música
Pexels

Muy pronto, este mismo jueves, llega el Yellow Day o, en español, el día más feliz del año. Y es que el 20 de junio es, según los meteorólogos, la jornada con más horas de luz del año. Está claro que la llegada del buen tiempo, las vacaciones de verano o la gran cantidad de actividades al aire libre que pueden realizarse contribuyen y mucho a que el estado de ánimo mejore sustancialmente.

Está genial que la felicidad impere en el Yellow Day o en toda la época estival, pero más importante es que la mantengamos el resto del año. Y la música o los sonidos ‘alegres’ nos pueden ayudar en gran medida a conseguir la dulce meta. Múltiples estudios neurológicos realizados hasta la fecha así lo acreditan.

Cómo debe ser una canción para hacerte más feliz

Por ejemplo, una reciente investigación llevada a cabo por Jacob Jolij, investigador de neurociencia cognitiva, revela que determinadas canciones pueden hacernos más felices. Es más, su ambicioso estudio termina con un ranking de las mejores diez canciones, según varios parámetros de índole científica, que con solo escucharlas pueden llevarnos a la felicidad más absoluta.

El tempo (estas diez piezas musicales tienen un mínimo de 150 BPM), si han sido compuestas en clave menor o mayor o el optimismo de su letra son los principales factores para determinar qué canciones nos pueden hacer sentir más felices. El ‘top 1’ en su lista, que cumple a la perfección con todos estos requisitos, es el mítico single de Queen ‘Don´t Stop Me Now’.

El poder de la música es incontestable. Además, no le faltan poderosas explicaciones científicas para asociarla directa o indirectamente con la deseosa felicidad. "La escucha musical es el resultado de una percepción cerebral. El movimiento de las cuerdas de una guitarra, por ejemplo, provoca variaciones de la presión atmosférica que detecta el tímpano y las células sensitivas auditivas las transforman en impulsos bioeléctricos que el nervio auditivo transporta hasta la corteza auditiva dónde finalmente es interpretada como 'notas musicales', explica Jordi A. Jauset a ‘Sport’.

El doctor en Comunicación y otras titulaciones multidisciplinares concluye así su concienzudo argumento: "Una vez allí, esa información nerviosa va a otras áreas corticales y subcorticales relacionadas con procesos motores, emocionales y cognitivos. El resultado sería la percepción o experiencia musical que experimentamos cada uno de nosotros".

Así pues, cuando sentimos escalofríos al escuchar la voz de un cantante o una canción que nos encanta, "el núcleo cerebral del placer (accumbens) y los niveles de dopamina aumentan. Ese aumento de este neurotransmisor es el que está correlacionado con la experiencia placentera que se experimenta con determinadas canciones", explica Jordi.

El poder de la musicoterapia

La fuerza de la música sobre el bienestar personal es tan grande que incluso desde la Antigua Grecia su uso con fines terapéuticos ha generado increíbles resultados. Y es que los terapeutas musicales, con la disciplina mucho más depurada desde entonces, lo que hacen es utilizar las respuestas y conexiones del paciente con la música para incentivar cambios positivos en el estado de ánimo.

Entre sus muchos beneficios, la musicoterapia estimula las habilidades comunicativas, la independencia, la confianza en uno mismo, la creatividad o la concentración y la atención.

Estos son los sonidos de la felicidad

Más allá de la música, también es importante darle su sitio a los muchos sonidos, algunos muy simples, que también nos acercan inconscientemente a la felicidad. Y no hay que ir muy lejos para encontrarlos porque, por ejemplo, la propia naturaleza nos brinda muchos de ellos.

Los sonidos de la naturaleza tienen más impacto de lo que crees en tu bienestar emocional. Por ejemplo, el viento entre los árboles o el canto de las aves en el amanecer son dos situaciones que generan calma y, sobre todo, conectan con la vida y la felicidad. Aunque el más efectivo de todos, según los científicos, es el sonido de las olas del mar rompiendo en la playa. Una alegría para nuestros oídos.

El crujir de una bolsa de patatas fritas

Que los sencillos sonidos de la naturaleza generen placer no es ninguna sorpresa, pero posiblemente nunca te habrás percatado de lo feliz que te pueden hacer otros mucho más ordinarios y cotidianos como, por ejemplo, el que se produce al abrir una bolsa de patatas fritas. Según los psicólogos, este sonido desencadena una inconsciente sensación de placer y, sobre todo, la anticipación de algo que a todos gusta.

Otro que seguro pasará inadvertido para ti es el sonido de una puerta que se abre. Y es que puede conectar con la felicidad por varias razones: puede asociarse a la llegada de un familiar o amigo o, simplemente, el simbolismo que supone tras un largo y duro día de trabajo. Las risas de tus amigos, la voz de tu madre… La lista de sonidos cotidianos que aportan ‘un granito de arena’ a tu felicidad es tan larga como ‘ruidos’ que puedan generar placer.

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