Tal y como se está conociendo gracias a los primeros detalles de la sentencia judicialentre Haya de Jordania y Mohamed Bin Rashid Al Maktum, el emir de Dubái y jefe del Gobierno de los Emiratos Árabes Unidos (EAU), de 70 años, es un secuestrador, un maltratador, además de haber amenazado de muerte a la que fue su sexta esposa, la princesa Haya y dos de sus hijas, las princesas Latifa y Shamsa.
El veredicto dictaminado por el Tribunal de Londres, presidido por Sir Andrew McFarlane, ha echado por tierra la reputación del multimillonario gobernante que desde los años 90 transformó su emirato para convertirlo en un enorme centro de negocios y en un atractivo destino turístico. Es "un hombre de relevancia internacional", se reconocía en pleno proceso judicial.
La huída a la capital británica de la princesa junto a sus dos hijos, Jalila, de 12 años, y Zayed, de 8, la realizaba el pasado verano con la justificación de temer por su vida y la libertad de sus niños. Poco después de su llegada a la capital británica se inició una batalla judicial por la guardia y custodia de los hijos, con ayuda de dos de los abogados más reputados del panorama internacional. El emir solicitó que sus hijos fueran devueltos a Dubái, mientras que su madre luchó por que se quedaran con ella en Londres. Empezó por solicitar protección policial para ella, porque temía por su vida, y para sus hijos, porque sospechaba que el jeque intentara secuestrarles y llevarles a la fuerza al emirato.
Tal y como se ha conocido con los primeros detalles del veredicto judicial, el Tribunal de Londres ha puesto de relieve las amenazas que formuló el jeque a su esposa en los últimos meses de su convivencia, un duro golpe para el mandatario que se ha reforzado con la demostración de que también secuestró a dos de sus hijas, de otros matrimonios, que intentaron huir el país en diferentes ocasiones. El emir de Dubái, reza la sentencia, "actuó desde finales de 2018 de una manera cuyo propósito era intimidar y asustar a la madre y alentó a otras personas a hacerlo en su nombre".
Las pruebas muestran que, para que la princesa Haya se tomara las advertencias de su exmarido en serio, los hombres de confianza del jeque colocaron, por ejemplo, en dos ocasiones sobre su almohada una pistola con el cierre de seguridad echado. En otra ocasión, un helicóptero aterrizó junto a su residencia y su tripulación la amenazó con trasladarla a una remota cárcel en el desierto, donde no podría tener contacto con nadie.
Fue entonces cuando la princesa comenzó a temer por su vida y a pensar un plan de escape para ella y sus dos hijos, teniendo en cuenta los casos de las princesas Latifa y Shamsa, quienes permanecían en paradero desconocido tras ser interceptadas en sus intentosde huída.