Es la primera vez que vemos a la reina Sofía (84 años) tras la muerte de su hermano Constantino el pasado 10 de enero, un duro varapalo que, aunque esperado por la delicada salud que arrastraba el rey griego desde hacía años, no deja de ser una pérdida muy dolorosa para la reina emérita, quien estaba muy unida a su hermano.
Doña Sofía, acompañada por la princesa Irene y algunos de sus sobrinos, se han desplazado este jueves hasta el cementerio de Tatoi para supervisar el lugar que acogerá el último adiós a Constantino de Grecia el próximo 16 de enero. La reina emérita ha paseado por el camposanto donde también descansan los restos mortales de sus padres junto a Teodora y su prometido Matthew Kumar.
Antes del sepelio, tendrá lugar un funeral privado que tendrá lugar en la Catedral de Atenas. Allí se espera la presencia de miembros de diferentes casas reales, así como de los reyes Felipe y Letizia, quienes viajarán el mismo lunes para poder estar al lado de doña Sofía en este día tan señalado. También ha confirmado su asistencia el rey Juan Carlos, que viajará desde Abu Dabi, así como la infanta Elena y la infanta Cristina.
La reina Sofía pasea por el cementerio del Palacio de Tatoi
Mientras doña Sofía seguía inmersa en la despedida a su hermano, don Felipe y doña Letizia han seguido adelante con sus compromisos oficiales. Los Reyes han viajado a Menorca con motivo de la inauguración de la Farmacia Llabrés, local que recibieron en herencia hace más de una década y que han destinado a las actividades y talleres propios de la Fundación Hesperia.
La relación especial de la reina Sofía con su hermano Constantino
Ni la distancia ni sus obligaciones como Reina de España se interpusieron entre doña Sofía y su hermano Constantino. La reina emérita fue un apoyo incondicional cuando tuvo que exiliarse de Grecia tras ocho años de reinado, y de la misma forma Constantino le respondió en los momentos más delicados de la vida personal de Sofía. Siempre juntos, la madre de Felipe VI siempre ha estado muy pendiente de su hermano, sobre todo en los últimos años en los que la salud de Constantino se vio muy deteriorada. Eran habituales sus viajes a Grecia, traslados en los que tampoco faltaba Irene, la pequeña de los Scheleswing-Holstein.