Carlos Sobera (62 años) recibió, como cada semana, a un buen número de solteros y solteras en el restaurante de ‘First Dates’... Pero lo que no se esperaba el presentador era que uno de los solteros estuviese más interesado en Laura Boado, ex participante de ‘La Isla de las Tentaciones’ y actual camarera del programa del amor, que en su propia cita. El soltero en cuestión era Marino, un valenciano de 65 años que, sin duda, entró pisando fuerte en el restaurante. En un primer momento, Marino contó su mayor secreto para conservarse joven: “Estoy conservado en aceite de oliva”, y a continuación explicó que por la noche echaba el aceite en el colchón.
Durante la presentación del valenciano a Carlos Sobera, le contó que era un artista, que le gustaba bailar, además de que vivía con su madre nonagenaria y era la única mujer con la que había convivido, ya que nunca había tenido una relación estable con proyectos de futuro. La cita que le escogieron a Marino se llamaba María Gisela, originaria de Chile pero residente en Alicante y tan solo tenía un año menos que él. La soltera llegó a ‘First Dates’ con la idea de enamorarse y sentirse viva, ya que cree que se perdió cosas de la vida por haber sido madre joven. María Gisela se sintió atraída por Marino al instante de conocerle, pero no fue recíproco, ya que él no estaba conforme con la edad de su acompañante. El valenciano le explicó al presentador del espacio que él acostumbraba a salir con chicas 20 ó 30 años menor que él, por lo que la chilena era demasiado mayor.
Marino intenta liga con Laura Boado
Tras la confesión sobre la edad de sus ex parejas que Marino había hecho al presentador, la pareja se dirigió a su mesa. En ese preciso momento, él quedó prendado de la belleza de Laura Boado, y no dudó en preguntarle si tenía novio. La camarera se lo tomó a risa y le contestó que tenía muchos novios, con intención de cortar los comentarios del comensal para que se centrase en María Gisela. Pero no contento con la respuesta, Marino señaló que ellos podían bailar mientras el resto de sus novios les miraban. Este gesto fue bastante desagradable para María Gisela, quien a pesar de estar sentada frente a Marino, él decidió ignorarla y seguir centrado en Boado.
La velada transcurrió tranquila, Marino y María Gisela conversaron sobre sus gustos para conocerse y a la chilena le sorprendió mucho que su cita siguiese viviendo con su madre y que nunca hubiese vivido con ninguna mujer que no fuese ella. Después de hablar de ellos, Marino no dudó en arrancarse a bailar al ritmo de ‘Nochentera’ para demostrar a su cita sus dotes con la danza. Parecía que la cita había ido mejor de lo que comenzó, pero todo volvió a torcerse a la hora de pagar y es que apareció de nuevo la camarera. Al llegar Laura a la mesa de los comensales, Marino tardó en sacar el dinero, por lo que ella decidió irse y volver en unos minutos, pero el valenciano la paró diciéndole que cómo iba a hacer esperar a una mujer como ella. La camarera le dijo que no pasaba nada, a lo que Marino le contestó: “¿No pasa nada? Ya me gustaría a mí que pasase algo entre tu y yo”.
Triste final
Los piropos e intervenciones hacia la camarera provocaron la risa en María Gisela, pero después confesó que no le había gustado la actitud de Marino ni que estuviese más pendiente de la camarera que de ella. Finalmente, ambos rechazaron una segunda cita.