Una mujer se convierte en policía para atrapar al asesino de su padre y lo logra 25 años después

Ni un solo día desde 1999 se le ha olvidado su gran cometido: atrapar al causante de la muerte repentina de su progenitor cuando ella solo tenía 9 años.

Enrique Espada

Periodista especializado en actualidad

Actualizado a 16 de octubre de 2024, 18:29

GTRES
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Su único objetivo en la vida alcanzado. Y no ha llegado pronto, pues lleva Gislayne Silva de Deus lleva más de dos décadas intentándolo. Pese a las muchas frustraciones por el camino, ni un solo día se ha olvidado de su gran cometido: atrapar al asesino de su progenitor. Estos fueron los hechos.

El suceso que marcaría a fuego su cometido en la tierra y llenaría de oscuridad su hasta entonces alegre infancia -su padre fue asesinado cuando ella tan solo tenía 9 años- ocurrió en un aparente tranquilo 16 de febrero de 1999. Como cualquier otro día más, Givaldo José Vicente se encontraba en el bar que frecuentaba de la capital Boa Vista, en Brasil, cuando de repente la conversación en la que participaba se tornó en violenta discusión que terminó con su cruel asesinato a tiros.

Muy injusto: murió solo por menos de 30 euros

Esta fue ‘la razón’ -nunca hay argumento válido que pueda justificar que alguien acabe impunemente con la vida de otra persona- o, mejor dicho, móvil por el que Gislayne se quedó sin padre cuando solo era una menor: al parecer el motivo de discusión giraba sobre algo tan insignificante como una supuesta deuda de 150 reales brasileños -al cambio no más de 30 euros- pero que terminó con un certero disparo que terminó in situ con la vida de José Vicente.

Se sabía quién era, pues el asesino perpetró el crimen a plena luz del día y a la vista del resto de clientes de la cafetería brasileña, pero lo cierto es que este desalmado nunca fue capturado. Incluso con una orden de detención activada por parte de las fuerzas del orden del país latinoamericano, del criminal jamás nunca volvió a saberse nada.

La muerte tan repentina de un padre podría hacer caer en depresión a cualquier niña como la desafortunada protagonista de esta historia negra del Brasil, Pero, sin embargo, tal y como señaló entonces la prensa que cubrió el caso, la niña se hizo de golpe mayor porque se autoasigno una compleja misión a partir de entonces: honrar a su padre llevando a la cárcel a su asesino.

Así pues, a los 18 años Gislayne se matriculó en la carrera de Derecho y, a los siete, ya era abogada licenciada. Pero le parecía poco, porque para esclarecer por completo el asunto, tenía que abordar la investigación desde dentro, es decir, desde la policía. En todo este tiempo, muchos años ya desde que su padre desgraciadamente la abandonara, ella no olvidaba la gran promesa que se hizo así misma tras conocer el fatídico suceso que el último año del siglo XX marcaría su vida por completo.

Se hace policía para seguir con su hoja de ruta

Dos años tardó solamente en completar toda la formación y exigencias para formar parte de la plantilla del cuerpo policial en Brasil. Concretamente, según apuntan en ‘20 minutos’, el 19 de julio de 2024 fue oficialmente nombrada investigadora de la Policía Estatal. No tardó no in solo minuto en pedir que la incorporasen en el Departamento de Homicidios, división que a acercaba todavía más al criminal de su padre.

Muchos creerán que hay bastante de rencor y venganza después de tantos años, sobre todo porque la brasileña ha invertido en esto todo su tiempo, recursos y vida, pero seguramente solo le hayan movido las ansias de la justicia y el honor de su padre. Raimundo Alves Gomes es como se llama el autor de pegarle un tiro a bocajarro a su padre. Y, después de todo lo que Gislayne ha luchado para estar más cerca de atraparlo, una última oportunidad se cierne sobre ella: la última orden de arresto contra él se emitió en 2019, de un delito que prescribe en 2031. No es tanto tiempo y Brasil es muy extenso.

Lo detiene con sus propias manos

Finales del pasado mes. Ella y su equipo de Homicidios dieron con el asesino de su padre. Se colaron en su escondite: se ocultaba en una finca de la zona de Nova Cidade, muy cerca de Boa Vista. Y, directamente, a prisión. Porque según explican en el medio brasileño ‘Globo’, Alves era un prófugo de la Justicia. En 2013, más de diez años después del crimen, fue condenado a 12 años de prisión por el asesinato de José Vicente, pero desapareció. Hasta hoy.

“Cuando lo vi en la comisaría, le dije quién era y que yo había sido el responsable de ejecutar la orden de arresto”, ha declarado Silva de Deus a la prensa: “Compartí la noticia con mi familia y todos sintieron una gran sensación de paz y justicia. Esperamos mucho tiempo y, aunque no lo podíamos creer, logramos llegar a este momento", explica Silva de Deus ya, con la tranquilidad, de que cierra un capítulo en positivo por el que se ha entregado en cuerpo y alma.
 

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