“España era más feliz hace 30 años, eso es verdad. Pero no puedes comparar España con Japón. No lo puedes hacer porque los españoles contestan las preguntas sobre la felicidad de forma diferente a los japoneses”, ‘pesimista’ respuesta que ofrece el seguidísimo doctor en psicología positiva Arthur C. Brooks en su última entrevista para el tabloide digital español ‘Aceprensa’.
Palabras que todos -todavía más nuestra clase política- deberíamos tener muy en cuenta porque salen de la boca del mayor exponente en el estudio de la felicidad bien entendida, la que él mismo redefine como ‘felicidad relativa’, y sobre la que además pone el listón muy alto. “Soy un 60% más feliz que hace 5 años. Y lo puedo medir científicamente, porque tengo las escalas que entrego a mis alumnos, que yo también hago, y el resultado es que soy un 60% más feliz porque tengo mejores hábitos. La gente tiene de media un 5,2 en Estados Unidos, siendo 1 miserable y 7 lo más feliz posible. Yo tengo un 4,5, pero está mucho mejor que antes”, reflexiona.
¿Estos ratios y patrones que comenta se pueden aplicar por igual a todos los países del mundo? El eminente profesor de Harvard lo tiene claro: responde con un taxativo no. Es más, cuando se le pregunta por los predecibles resultados del informe World Happiness Report 2024 -los países nórdicos siempre salen los mejores parados- Brooks responde lo siguiente: “Estas comparaciones entre países no valen nada. Lo que sí vale es el cambio dentro de un mismo país a lo largo de los años”, que es lo que sí le lleva a sentenciar que nuestro país era más ‘feliz’ hace tres décadas’.
Satisfacción, emprendimiento... Tantas felicidades como países en el mundo
Así argumenta su teoría fundamentada en que la abstracta felicidad es entendida de forma diferente según los ciudadanos de cada país. “En los países nórdicos se contestan las preguntas a través del concepto de satisfacción o contentamiento. Y esto es diferente a cómo se contesta, por ejemplo, en Estados Unidos, porque aquí lo hacemos a través de la idea de emprendimiento. Es muy importante tener en cuenta estas diferencias, porque todos los países tienen culturas diferentes y valoran la felicidad a través de prismas diferentes”.
Pero sí que hay algo en lo que el escritor de ‘Build the life you want: The Art and Science of Getting Happier’, publicado este mismo año con gran éxito en colaboración con Oprah Winfrey, cree que siempre es denominador común para todos los países: nunca sus dirigentes, los gobiernos, podrán abastecernos de la tan buscada felicidad. Componente importante por otro lado del sentido de la vida, elemento capital en esto de la psicología positiva.
Sí que hay algo común a todos los países conforme a la 'felicidad relativa'
“El gobierno no puede aumentar la felicidad de los ciudadanos”, dice, pues “cuando un político te dice “yo te voy a aumentar la felicidad”, tienes que desconfiar”, aunque sí que reconoce que lo que sí pueden hacer los representantes políticos es reducir las fuentes de la infelicidad entre sus millones de compatriotas.
“Hay factores que nos impiden llegar a la felicidad, como el hambre, la falta de educación o la falta de salud. Es ahí donde los gobiernos pueden intervenir para aliviar las carencias y ofrecer servicios públicos que faciliten su acceso”, profundiza durante su conversación publicada en el diario digital mencionado.
Cómo alcanzarla: la metacognición puede aplicarse a cualquier nacionalidad
De cualquier modo, el especialista en psicología de fama internacional habla de un concepto que si es puesto en práctica puede ayudar a cualquier ciudadano del mundo. Es la metacognición. "La conciencia de la conciencia; es pensar sobre pensar. Lo que realmente estás haciendo es reflexionar sobre lo que está sucediendo en tu vida emocional", concluye. O dicho de otra forma menos 'académica': si eres capaz de moderar o gestionar de de forma equilibrada tus sentimientos, serás más feliz. Que es de lo que se trata cuando la vida es tan corta.