Avalado por muchos como uno de los mayores exponentes en felicidad de la actualidad. Él es Arthur C. Brooks. Tanto que él mismo es conocedor de la existencia de un enlace de Zoom pirata a través del que cual muchos de sus adeptos consiguen ilustrarse escuchando sus enseñanzas en sus solicitadísimos cursos. Un maestro en la psicología positiva que comenzó a instruir desde universidades tan reconocidas como la Harvard Business o la Harvard Kennedy School.
Si es la primera vez que lees sobre él, desearías haberlo hecho antes. Y es que además de ser mentor y referente para muchos estudiantes de la ‘piscología de la felicidad’, el conferenciante de prestigio incluso ha escrito un libro junto a la célebre presentadora de Estados Unidos Oprah Winfrey. Se titula 'La felicidad no es la meta, y la infelicidad no es la enemiga' (2024).
Estos son los tres elementos que conforman la felicidad
El eminente profesor de Práctica de Gestión en la Escuela de Negocios de Harvard -donde imparte cursos sobre la felicidad- ha compartido en ‘Aceprensa’ algunos de sus muchos conocimientos sobre esta emoción tan placentera para cualquier ser vivo. Como no podía ser menos, se le ha preguntado por su definición de la felicidad. Dice que se compone de tres partes.
“La felicidad es una combinación de tres fenómenos, podríamos decir de tres macronutrientes: el disfrute, la satisfacción y el sentido. Son las tres experiencias que tienes que tener para ser una persona feliz (...) La gente más feliz es la que disfruta de su vida. Que saca satisfacción de sus logros y experiencias, es decir, que disfrutan tras luchar y haber superado obstáculos. Y, por último, que tienen un sentido vital, que pueden definir para qué están vivos”, ha dicho.
Sobre el último, el trascendente ‘sentido de la vida’ desde que el hombre es hombre, Arthur -pese a ser un estudioso de la felicidad- es, sin embargo, bastante más pesimista. El estadounidense ha sentenciado que “estamos en una crisis total (...) Lo veo todos los días. Para saber si has encontrado el sentido a tu vida tienes que poder contestar dos preguntas. La primera es por qué estás vivo, qué razón hay. La segunda es por qué estarías dispuesto a dar tu vida ahora mismo. Estas son dos preguntas indispensables a las que se tiene que poder dar respuesta, pero el problema es que mucha gente no las puede contestar".
El sentido de la vida también se compone de tres partes
“El sentido de la vida está compuesto por tres partes. La primera es la coherencia: las cosas pasan por una razón. La segunda es el significado: la razón de mi existencia, saber por qué importa que esté aquí. Y, por último, el propósito. Mucha gente piensa que el sentido y el propósito son lo mismo, pero no es así. El propósito es la dirección y los retos que tiene tu vida. Para encontrar el sentido a la vida tienes que buscar estas tres partes”, ha profundizado para el diario especializado en el análisis de tendencias sociales.
Brooks va más allá en esta conversación que, de forma excepcional, mantiene para un medio de comunicación español y analiza porqué en la actualidad existe una sensación tan generalizada de infelicidad que, desde luego, también piensa que es fundamental que exista. “La necesitamos para aprender, para crecer, para existir en el mundo, para sobrevivir. Hay que tener en mente que llegar a la felicidad absoluta es imposible y perseguirla llevará a una profunda frustración. Siempre”, antes de abordar las que para él son las dos semillas de que esto ocurra: la falta de fé y las relaciones personales.
“Cada vez menos gente practica una fe, pero para poder ser más feliz hace falta tener un sentido trascendental, salir del propio psicodrama, ser pequeño y dejar que el universo sea grande. Yo soy católico y mi fe es lo más importante de mi vida, pero puedes adquirir ese sentido trascendental a través de la meditación, o caminando en el bosque (...) La amistad también es muy significativa para la felicidad, pero la gente tiene cada vez menos amigos. Lo mismo pasa con las relaciones familiares”, ha explicado.
Sobre las redes sociales: "Son un círculo vicioso"
Como no podía ser menos, Arthur C. Brooks ha ofrecido también su opinión sobre las controvertidas redes sociales. “Es muy interesante lo que está pasando en ellas, porque están produciendo infelicidad e intentando a la vez tratar sus síntomas” porque, paradójicamente, estas plataformas que principalmente los jóvenes utilizan para mejorar su autoestima, según las cifras más recientes consiguen todo lo contrario: los ratios depresión o ansiedad son alarmantes.
"La gente se siente muy sola, en parte porque no tienen relaciones offline, en la vida real. No tienen contacto visual, no tienen contacto físico y viven enganchados a estas tecnologías, con cada vez menos relaciones personales y, por ello, con menores niveles de oxitocina, una hormona que no se puede producir a través de una pantalla. Sufren, y para aliviar los síntomas de la depresión, de la ansiedad y la soledad, acuden a las redes sociales. Es un círculo vicioso”, ha profundizado.
"Cuando un político te dice 'yo te voy a aumentar la felicidad', tienes que desconfiar"
¿Qué hacen o podrían hacer los gobiernos para promover la felicidad entre los ciudadanos? Al también escritor esta pregunta le ha parecido “buenísima”, pero mejor ha sido su contundente respuesta. “El gobierno no puede aumentar la felicidad de los ciudadanos. Cuando un político te dice 'yo te voy a aumentar la felicidad', tienes que desconfiar. Lo que sí pueden hacer los gobiernos es disminuir las fuentes de la infelicidad. Hay factores que nos impiden llegar a la felicidad, como el hambre, la falta de educación o la falta de salud”, ha dicho.
Y termina la entrevista con una recomendación para aquellos, como tú que lees esto, que le dan importancia -como debe ser- a su higiene mental e inteligencia emocional. Arthur explica que hay que ser “happierness”, que en español sería algo así como ser más feliz. “El objetivo es ser más feliz que ayer, más feliz que el año pasado. Esa es la esperanza. Ser más feliz, porque la felicidad absoluta no es posible aquí en la tierra”, ha concluido.