Por qué no debes posponer la alarma del despertador cada mañana, según un estudio de la Universidad de Notre Dame

La ciencia ha demostrado que este hábito es perjudicial para la salud y puede dificultar la conciliación del sueño.

Alicia Alarcón
Alicia Alarcón

Redactora digital de Lecturas

Despertador
CANVA

En España, miles de personas posponen su alarma cada mañana. Madrugar no es una tarea nada sencilla para la mayoría, pero lo cierto es que este hábito es más perjudicial de lo que parece. Según los expertos en medicina del sueño, cuando tratamos de dormir de nuevo, nuestro cuerpo comienza un ciclo de sueño de 90 minutos. Este se interrumpe cada vez que suena la alarma y puede provocar un mayor malestar. 

Posponer el despertador es más perjudicial de lo que parece

Para muchos, retrasar el despertador por las mañanas en un gran placer, pero lo cierto es que no conocen los riesgos que implica este hábito. De hecho, lo más común es sentirse más cansado de lo habitual. Según el conocido farmacéutico Fernández, "despertarse y volverse a dormir, y despertarse y volverse a dormir es mucho peor porque inicias e interrumpes el ciclo de sueño varias veces". Por este motivo, la mejor opción es "que te pongas el despertador a la hora final que te tengas que levantar y listo, que así molestarás menos y dormirás más". 

También el estudio 'Snoozing: an examination of a common method of waking' elaborado por Stephen Mattingly, Gonzalo Martínez, Jessica Young, Meghan K. Cain y Aaton Striegel en la Universidad de Notre Dame de París, asegura que retrasar el despertador por la mañana es perjudicial para la salud. La razón en todos los casos de estudio es la misma: interrumpir los ciclos naturales del sueño tiene consecuencias negativas para el organismo al despertarse. "El 57% de los participantes dormitaba. Los dormilones tenían una frecuencia cardíaca en reposo elevada y mostraban un sueño más ligero antes de despertarse", sostiene el estudio. Lo cierto es que el cansancio elevado durante los primeros minutos del día es una sensación fisiológica que aparece en el organismo desde el sueño hasta la vigilia.

"Dormir es una conducta habitual asociada a cambios en la fisiología del sueño antes de despertar", aseguran los citados expertos. No obstante, se intensifica en quienes comienzan e interrumpen un nuevo ciclo del sueño tras la alarma del despertador. Además, los expertos han esclarecido que tras este problema se sitúa a su vez la falta de sueño. Es decir, se retroalimenta a sí mismo y este es el motivo por el que la mayoría tiende a posponer muchas alarmas. "A nadie le cuesta despertarse si duerme 8 horas seguidas todos los días. Sólo les sucede a los que duermen menos de las horas necesarias. Cuando uno está corto de sueño se interpreta como cansancio o somnolencia.

Y entonces se produce la "inercia de sueño": una sensación de aturdimiento y de falta de energía y de capacidad para mantener la atención", explica uno de los doctores. En definitiva, este simple hábito puede incluso provocar daños a largo plazo con alteraciones en el sueño en el peor de los casos. Los expertos aseguran que no tiene sentido alguno posponer las alarmas. En su lugar, recomiendan activar un solo despertador a la hora a la que tenemos que mover de la cama para realizar las actividades y obligaciones pertinentes. Como para muchos no es una tarea sencilla, los expertos han compartido algunos trucos con los que sobrellevar esta situación de la mejor forma posible. 

Alternativas para no caer en la tentación de segundas alarmas

Apurar al máximo la hora a la que tenemos que mover de la cama para ir a estudiar o al trabajo es fundamental para evitar segundas alarmas ya que no dispondremos de más tiempo para regazarnos entre las sábanas. Además, irnos a dormir con la tranquilidad de que el despertador sonará más tarde de lo habitual es también un punto a favor. Los expertos también hablan de fuerza de voluntad y parece que una vez que se supera el primer día, se rompen el resto de las barreras.

En muchos casos, es cuestión de acostumbrarse y de eliminar este hábito de nuestro día a día. Otro de los trucos que ayudan a muchas personas es el de colocar la alarma lejos de la cama en una estantería o en una mesilla. De esta forma, uno tiene que levantarse sí o sí para apagarla. Este hábito nos ayuda a superar el paso más importante que es salir de la cama con la primera alarma. En cualquier caso, la clave es prescindir de las segundas alarmas sea cual sea la vía para ello. Una tarea que podemos llevar a cabo antes de irnos a la cama.