El libro 'Muerte en Tailandia' no ha dejado a las partes del caso Daniel Sancho indiferentes. Joaquín Campos, periodista afincado en Asia, se ha metido de lleno en la historia del hijo de Rodolfo Sancho y Edwin Arrieta y ha sembrado la polémica con el noveno capítulo de su obra, dedicado exclusivamente al papel que han ejercido los abogados en este proceso judicial. Actualmente, el condenado en primera instancia por el asesinato premeditado del cirujano colombiano está a la espera de que su defensa presente el recurso de apelación.
Mientras Carmen Balfagón y sus representantes legales han advertido de que pueden tomar medidas contra la editorial que está detrás de la publicación, Juango Ospina, a quien también dedica unas páginas, se muestra menos beligerante, aunque hay matices que quiere hacer sobre lo que dice de él. La criminóloga ha hablado con nosotros en exclusiva para responderle.
El penalista sale bastante mejor parado en el capítulo, pero también cuestiona su "lentitud" a la hora de sacar a relucir algunos aspectos del juicio o pone en duda su generosidad para cubrir los gastos de la representación tailandesa de la familia Arrieta, así que ha querido dar una respuesta a través de Lecturas.
Juango Ospina responde a Joaquín Campos
Juan Gonzalo Ospina coordinó el equipo de abogados que representaron los intereses de la familia de Edwin Arrieta en el juicio contra Daniel Sancho. Fue él quien contrató los servicios del bufete tailandés capitaneado por Metapon Suwancharen para litigar en Tailandia desde la acusación particular, aunque en el país asiático no existe como tal esa figura en el proceso judicial.
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En su libro, Joaquín Campos se pregunta cómo es posible que él pagara "de su bolsillo" a los letrados tailandeses, a lo que el penalista responde en este medio: "Salió de Ospina Abogados el pago de los honorarios del despacho tailandés y fueron alrededor de 8.000 euros. Reconoce, además, que "el rédito en imagen y opinión pública ha sido inconmensurable" y no es ajeno a esa cuestión.
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Sobre ese impacto mediático y el "aprovechamiento comercial" con sus apariciones en los medios de comunicación, entiende que les ha repercutido positivamente, pero también subraya que fue una sorpresa para ellos y no contaban con que fuera así: "Entramos sin saber que sería así y el destino proveerá si fue una decisión acertada o errónea". "En relación a los pagos de los gastos del viaje, las facturas están ahí", responde sobre los servicios que asumió su despacho.
Un juicio complicado, con el papel de los abogados en entredicho
Al entrar en el terreno de los abogados, -en un capítulo 9 que se llama así-, del caso Daniel Sancho, Joaquín Campos lo hace en unas páginas que comienza con la observación de que "ha olido mal buena parte de lo relacionado" con ellos. Juango Ospina entiende que pueda haber críticas, pero recuerda que no ha sido nada fácil ser parte de un proceso judicial de estas características: "Respeto sus palabras, pero fue un juicio muy complicado, con mucha intensidad mediática y en el recuerdo quedará lo que realmente sucedió esos días".
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Al final de la parte dedicada plenamente a los abogados, el escritor se pregunta si "existe un abogado de la caridad" para encontrar una explicación al hecho de que el penalista asumiera todos los gastos ligados a lo que vendría a ser la acusación particular en este caso.
"¿Hay abogados de la caridad? Seguramente las haya, pero nosotros desembolsamos un dinero y hemos tenido un retorno que llegó con el tiempo, al cabo de los meses. No somos ajenos del impacto", justifica el letrado respondiendo a Campos.
En cualquier caso, Ospina no se siente preocupado ni molesto con lo que Joaquín escribe en el libro y es de la máxima de que el tiempo puede dejar lecciones, cuando todo pase. No entra en polémicas y tanto él como Beatriz Uriarte, su socia en el despacho, continúan trabajando en múltiples casos, muchos de ellos discretos o, al menos, con protagonistas que no trascienden la información judicial.
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Preguntado por la "lentitud" para llegar a pronunciarse sobre presuntas irregularidades, algo que también se refleja en la opinión del autor del libro, Juan Gonzalo prefiere no entrar, ya que una vez más respeta la diversidad de opiniones y se muestra "satisfecho" con el trabajo llevado a cabo desde España y también en la isla de Koh Samui, donde se celebró el juicio entre abril y mayo de 2024.