La crema solar se ha convertido en la principal aliada de este verano, pero si no se aplica de la forma adecuada pierde toda su eficacia. Una de las recomendaciones claves para proteger la piel de los dañinos rayos del sol es la frecuencia con la que se aplica, ya que ante una exposición demasiado prolongada aumentan los riesgos de quemadura.
Las recomendaciones esenciales del uso de la crema solar
El sol no perdona y proteger la piel durante el verano es clave para prevenir heridas, signos de envejecimiento y enfermedades que aparecen con el paso del tiempo. Por ello, los expertos recomiendan aplicar la crema solar de la forma correcta. Uno de los errores más recurrentes es utilizar el protector solo antes de entrar al agua. Lo cierto es que, desde que salimos de casa nuestra piel se expone a los riesgos del sol. El momento correcto de aplicar la crema es, por lo menos, 15 minutos antes de iniciar la exposición. Así, la piel tendrá el tiempo suficiente para absorber el producto y formar la capa protectora que necesita. El segundo de los errores más comunes es aquel que no incorpora la crema solar en la rutina de cada día. Son muchas la personas que asocian el concepto del protector exclusivamente a los momentos de playa y piscina.
Aun así, como ya se ha mencionado, los rayos del sol dañan la piel desde el momento en el que esta se expone. Además, esto ocurre con más facilidad durante el verano por utilizar manga corta, escotes, pantalón corto o tirantes. Algunas zonas como el pecho o las mejillas pueden ser más sensibles y, por lo tanto, es esencial que se aplique crema todos los días en ellas. Lo mismo ocurre durante el invierno y, por ello, es de gran importancia utilizar crema en la cara todo el año. Los expertos señalan que hay que acostumbrarse a introducir la crema solar en nuestra rutina del día a día para protegerla adecuadamente. En esta misma línea, otro de los errores más comunes es hacer uso del protector solo durante los días soleados. La realidad es que siempre hay que proteger los ojos y la piel. Los rayos del sol también inciden en el cuerpo a través de las nubes y la niebla, aunque no nos resulte nada molesto y sean imperceptibles a simple vista. Según varios estudios científicos, podemos percibir hasta el 80% de los rayos ultravioleta en los días nublados.
La importancia de las cantidades
Para proteger la piel del sol tampoco hay que escatimar en cantidades. Uno de los errores más frecuentes es aplicar poca crema en el cuerpo. Lo cierto es que si dejamos zonas al descubierto los rayos del sol llegarán de igual forma. Por ello, utilizar una crema densa y aplicarla en todo el cuerpo es lo más recomendable. Los especialistas estiman que un tubo de crema protectora debe durar unos 10 días aproximadamente. En definitiva, aquellas personas que utilizan un solo envase por verano no están aplicando la suficiente cantidad. En esta misma línea, no hay que olvidar ninguna zona del cuerpo a la hora de aplicar el protector. Un gran error es pasar por alto lugares como la espalda simplemente porque no podemos acceder con facilidad a ellos. Además, zonas como las manos, la nuca e incluso los pies también pueden quemarse por el sol.
De hecho, el cáncer de piel suele aparecer en las zonas menos protegidas con manchas o lunares asimétricos que antes no existían. Sin duda, un factor fundamental para mantener la piel protegida del sol es la repetida aplicación de la crema. Para ello, es ideal fijarse en el un número (SPF) que posee cada envase y que indica el tiempo en el que hay que renovar la crema. Cuanto menor es el número del protector, más fácil será quemarnos. Por ello, los expertos recomiendan utilizar factores altos como el 50 SPF para mantenernos protegidos durante más tiempo. Algo muy importante a tener en cuenta es que las cremas resistentes al agua nos protegen dentro de ella, pero debemos volver a aplicar una vez que salimos. Otro de los elementos más comunes que se suman a la lista de errores son las cremas caducadas.
Lo cierto es que estos productos también tienen fecha de prescripción en la que dejan de ser eficaces. De hecho, son muchas las personas que cada año guardan los restos de una crema para el siguiente. Lo más adecuado es consultar el tiempo en el que ha permanecido abierta y la fecha de caducidad. En caso de no hacerlo, una crema en mal estado puede provocar urticaria o reacciones alérgicas en el peor de los casos. Además, en momentos en los que vamos a disfrutar de los últimos días del verano y nos quedamos sin crema, los expertos señalan que lo más adecuado es comprar un envase pequeño para no desperdiciar ni guardar los restos caducados para el año siguiente.