Mi padre habría disfrutado mucho de la boda de su nieto

Al entrar veo a la novia vestida ya. Era la primera vez que tenía contacto con ella y encima la veo vestida de blanco. Me emocioné por su cariño y, en ese momento, descubrí todo lo que me había dicho mi hermana tan bonito de ella. La vi tan ilusionada, tan bonita y radiante con ese vestido que dije: “Esto es una realidad”.

Me cambio rápidamente de ropa y salgo al jardín para estar con el resto de los invitados. Ver a mi madre y a la familia del novio en un día tan importante para todos nosotros esperando la llegada de la pareja fue algo emotivo. Mi hermana ya me había advertido que la boda iba a ser algo diferente y original. La verdad es que hicieron la boda que quisieron.

Mi sobrino, que es un gran motero, tuvo un pasillo de sus amigos y de su padre montados en moto. Fue algo emocionante ver a esas damas de honor entre las que se encontraba la hija mayor de la novia y mi sobrina. Carmen es guapa, pero estaba especialmente radiante en la boda de su hermano. Ver a mi sobrino bajarse de la moto al final de ese pasillo enfundado en un chaqué de Félix Ramiro y que llegara mi hermana, radiante con un vestido de unas diseñadoras de Murcia, para acompañarlo a la ceremonia hizo que se me saltaran las lágrimas.

Os confieso que tengo un grave problema cuando empiezo a llorar porque ya no sé parar. Yo misma me recrimino: “Chica, ¿puedes controlarte un poco?”. Pues no puedo y quizás con la edad tenga las emociones a flor de piel.

La ceremonia estuvo oficiada por la mejor amiga de mi sobrino y el mejor amigo de su mujer. Hablaron de sus experiencias, de lo que han vivido y de lo que significan para la pareja. Llega el momento de que mi hermana hable. La veo nerviosa y le veo un gesto tragando saliva como queriendo decir: “A ver si soy capaz de hacerlo”. Tenía algo escrito, pero con las prisas se lo dejó olvidado en casa. La improvisación cuando uno sabe tanto, ama tanto y quiere tanto siempre es mejor. Les dijo a los dos palabras muy hermosas. Hizo un retrato de su nuera impresionante. En ese momento, vi la felicidad que le proporcionaba a mi hermana que Paola hubiera llegado a la vida de su hijo. Por supuesto, seguí llorando.

​Al terminar la ceremonia hacemos el reportaje de fotos que veis en esta revista y que espero que os haya gustado. Después nos sentamos a tomar el cóctel, que, por cierto, fue muy largo y bueno. Claro, cuando nos sentamos a cenar cualquiera tenía hambre. Los novios entraron al salón bailando entre las mesas y me encantó la complicidad entre ellos. Lo mejor de todo es que nunca había visto a mi sobrino sonreír tanto, desde que todo empezó hasta que me fui a casa. No estoy diciendo que él no sea una persona capaz de ser feliz. José María es serio y yo también me considero así. Cuando se le ve radiante de felicidad se le nota mucho más que a los demás. En ese momento también descubrí que Paola le había aportado mucha felicidad y que le ha cambiado la vida para vivir contento. ¡Eso es la leche!

La boda estuvo cargada de momentos que se han currado mucho durante meses. Recuerdo desde la bachata del baile nupcial hasta esa novia bailando un popurrí de canciones de ‘Grease’, Michael Jackson o ‘Fiebre del sábado noche’ con las damas de honor. Para mí hubo dos momentos muy especiales. La madre de la novia, sabiendo lo mucho que a su hija le gustan las rancheras, les regaló un grupo de mariachis. En un momento dado, el grupo canta ‘El rey’, la favorita de mi padre. Intenté ser discreta y contenerme porque en ese instante recordé a mi padre y pensé cómo hubiera disfrutado de la boda de su nieto. 

Veo a mi hermana desmoronarse y ya me vengo abajo. No puedo contener las lágrimas y no quiero que mi sobrino me vea así. No quería que pensara que éramos infelices en ese momento. De alguna manera, la vida, sin tenerlo previsto, nos llevó a que mi padre estuviera presente de esa manera. Me alegro de nuestras lágrimas porque así el abuelo materno de mi sobrino, nuestro padre, estuvo allí. El otro gran momento fue disfrutar del viudo de mi tía Lely y de sus tres hijos, que se han alojado en mi casa estos días. Mi primo Tristán, que es un artistazo, consiguió una guitarra y les regaló a los novios ‘Sabor a mí’, un bolero muy conocido. No lo puedo evitar y me rompo a llorar mientras escribo estas líneas. Su madre y mi tía, Lely, estaba presente también. ¡Que vivan Paola y José María! Haceros felices y vivid contentos el máximo tiempo posible.