Después de mucho tiempo, esa famosa e imponente casa, en breve, ya no pertenecerá a la familia, aunque realmente dejará de ser de su dueña. Recuerdo lo difícil y lo dificultoso que fue llegar a construir esa casa y las consecuencias que tuvo en la vida personal de la persona más importante para mí: mi madre. Todo iba bien con su pareja en ese momento. Una persona y una pareja que fue un segundo padre para mí. Nadie sustituye a un padre, sin lugar a dudas, pero cuando lo pierdes como yo con dieciocho años, al final, encontrar a un hombre bueno, peculiar con una vida tan sana, que no bebía, que no fumaba y que hacía deporte te aportaba muchas cosas buenas. Nunca olvidaré su pelo blanco y sus ojos azules. Recuerdo que una vez que fui a entrevistar a Julio Iglesias me dijo: “¿Qué tal mamá con ese hombre de pelo blanco y ojos azules?”, me dijo. “Julio: ¿Cómo sabes eso viviendo en Miami?”, respondí. “Me entero de todo”, me contestó él. Esa persona tan importante de la que estoy hablando es el arquitecto, Félix Arechabaleta. Un hombre que ha sido importantísimo en mi vida y en la de mi madre. Era un ser muy especial, muy vasco, y no lo digo en negativo, al revés, lo digo refiriéndome a sus principios, a su rudeza y a su firmeza de sus pensamientos.
Él siempre pensó que construir esa casa era innecesario y eso les alejó y destruyó la relación con mi madre. Ella pensaba que era la peor inversora del mundo… ¡Madre mía, cuantos listos ha habido en esta profesión! Desde luego, ella no. Mi madre podía haber tenido cien veces más de lo que consiguió con su esfuerzo y su trabajo desde los quince años. Su ilusión era tener una casa, un inmenso hogar del que él no quiso participar y eso les distanció mucho hasta la ruptura. Cuántas veces en estos últimos años he pensado cuanta razón tenía Félix.
Nunca pensé que no hizo ese proyecto que le pidió mi madre para hacerle daño. Ella se lo solicitaba constantemente, pero a él en el fondo le daba miedo. Él sabia que no era la mejor inversión y, al final, aunque ya no está entre nosotros, ha tenido la razón.
No me cabe ninguna duda que Félix ha sido el hombre más importante de la vida de mi madre. A mí aún me duele hablar de él. No fue una relación fácil por su vida personal en la que no voy a entrar por respeto, sobre todo, a él. Con el paso del tiempo sigo teniendo una relación con la mujer de uno de sus hijos y eso me hace feliz. Sé que también la tiene con mi madre y eso me agrada mucho.