"El futuro de Daniel Sancho ya está escrito"

Mayka Navarro

Periodista especializada en sucesos y en ‘true crime’

Actualizado a 28 de agosto de 2024, 06:33

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Estoy preparado para lo mejor y para lo peor”. La frase es de Daniel Sancho, de 30 años, en una entrevista concedida al corresponsal de la agencia Efe en Tailandia el pasado 22 de agosto, desde la prisión de Samui, en la que permanece desde que fue detenido acusado de la muerte de Edwin Arrieta, de 44 años, en agosto del año pasado. Esta semana, el español conocerá su futuro más inmediato en cuanto se lea la sentencia que hace días redactó el tribunal de Koh Samui y que ha sido re- visada y supervisada por cinco jueces de una instancia superior. Un proceso inusual en España, pero habitual en Tailandia cuando se trata de penas elevadas. 

Este es solo un detalle de las grandes diferencias que existen entre el sistema judicial tailandés y el español. Una instrucción, un juicio, y en definitiva un caso, que ha despertado un interés mediático innegable y que desde España se ha analizado bajo la mirada del sistema legal que conocemos, de ahí que resulte mucho más difícil aventurar cuál será la decisión del tribunal. Pero eso no quita que Sancho y sus p dres, los actores Rodolfo Sancho y Silvia Bronchalo, se hayan mostrado especialmente confiados en el fallo del tribunal, descartando que pueda ser condenado a la pena capital que solicita la familia de la víctima, además de una indemnización por responsabilidad civil de 768.000 euros.

Estará con sus padres

A las diez de la mañana, hora española, el presidente del tribunal leerá en voz alta la sen- tencia. En la sala, Sancho estará acompañado de sus padres y del abogado que ha dirigido la defensa del acusado, el conocido Marcos García Montes. No han viajado al país ningún familiar de Edwin Arrieta, representado por sus abogados españoles Beatriz Uriarte y Juan Gonzalo Ospina, que finalmente tampoco se han trasladado ante las sospechas de que no les dejen acceder a la sala. No deja de sorprender como en estos últimos días antes de conocerse la sentencia, resulte tan dispar la versión que los abogados de Sancho y los de Arrieta ofrecen a los medios de comunicación de lo que ocurrió en la sala y de la postura del Fiscal. La defensa mantiene que en la vista no se pudo probar la planificación de la muerte y que así lo verbalizó el Fiscal en una de sus intervenciones. Sin embargo, la acusación particular reitera que el ministerio público no movió ni una coma de su relato y que mantuvo hasta el último momento su petición de pena de muerte para el cocinero.

El código penal tailandés contempla desde los 15 años de cárcel hasta la pena de muerte en los casos de asesinato, si bien Tailandia apenas aplica este último castigo y se suele conmutar por la cadena perpetua y más cuando se trata de condenados extranjeros. Los casos de homicidio involuntario son penados con entre 3 y 15 años de cárcel. El español está acusado también de descuartizar el cuerpo de Arrieta, que sí ha admitido, y de hacer desaparecer su pasaporte, delitos que podrían conllevar entre uno y seis años de prisión, respectivamente. En esa horquilla de los 3 a los 15 años de cárcel se mueve con optimismo García Montes, que confía en las gestiones diplomáticas para que Sancho pueda ser extraditado a España en tres años para seguir cumpliendo aquí una condena por homicidio imprudente. Está por ver. Pero en ese escenario también tendría un papel relevante la acusación, que ya ha advertido de que se opondrán a cualquier permiso penitenciario o mejora en su grado, hasta que el acusado no haga efectiva la indemnización que fije el tribunal a la familia del colombiano.

Un elemento crucial

En esa entrevista con la agencia Efe, el español asegura que durante el juicio, que se celebró a puerta cerrada y bajo unas exageradas medidas de seguridad que tenían como objetivo complicar el trabajo de los medios de comunicación españoles, “quedó claro que fue un accidente”. Edwin Arrieta murió el 2 de agosto de 2023 en la idílica isla tailandesa de Phangan, en la que se habían citado los dos amigos para compartir la fiesta de la luna llena. Sancho asegura que su defensa aportó en la vista pruebas forenses que acreditaron que la muerte del médico colombiano se produjo en el contexto de una pelea, y no de manera premeditada como sostiene la familia y la Policía. Esa planificación, si el tribunal entiende que quedó probada, o no, es el elemento crucial que condicionará la sentencia.

A Daniel Sancho le va la cadena perpetua en una prisión tailandesa si los magistrados dan por buena la tesis de que el español asesinó al colombiano de manera organizada, y que para ello adquirió los cuchillos, la sierra, las bolsas de basura y los rollos de papel filme el día anterior a la llegada de su amigo. Esa última entrevista del acusado se realizó durante una visita autorizada a la cárcel, a través de un cristal y un teléfono sin que el periodista pudiera grabar ni tomar notas. Tras más de un año en prisión preventiva, el cocinero admite que vive con impaciencia la espera sobre su futuro y que los meses desde el juicio, que se celebró en dos sesiones, el 9 de abril y el 3 de mayo, se le han hecho “muy largos”. “Hasta el juicio era un hombre con una misión”, afirma, y explica que pasó mucho tiempo centrado y preparándose para el proceso, en el que tuvo un papel muy activo, ya que el juez le permitió hacer preguntas a los testigos.

Disparidad de conclusiones

Un suceso protagonizado por un joven atractivo hijo de uno de los actores españoles más queridos y que se le atragantó a la justicia tailandesa que había considerado el caso como sencillo. De hecho, la detención fue rápida y el propio Sancho confesó el asesinato. Una versión que modificó después en el juicio y tras acusar a la poli- cía tailandesa de prácticamente haberle engañado al asegurarle que sería extraditado inmediatamente si contaba lo que pasó. Tampoco esperaban las autoridades locales el aluvión d periodistas españoles que se desplazaron a hacer preguntas sobre descuartizamientos de cadáveres durante la temporada alta de unas islas que viven exclusivamente de un turismo al que perturba especialmente este tipo de noticias. Desde Tailandia trataron sin éxito de minimizar el impacto mediático impidiendo que Daniel Sancho pudiera ser fotografiado y montaron un juicio a puerta cerrada que hicieron coincidir con el mayor festivo nacional. 

Pretendían complicar la cobertura española, pero no valoraron bien la pasta de la que están hechos algunos reporteros nacionales. Los periodistas acudieron igualmente y empezaron a proliferar rumores y filtraciones, que se han mantenido hasta el último día. De ahí la disparidad de las conclusiones, pese a que ninguno de los letrados pudo asistir al juicio desde el interior de la sala. Mientras García Montes y los representantes de Daniel Sancho se mostraron triunfalistas al acabar el juicio, la prensa en Tailandia comparaba el crimen con otros sucesos similares cometidos por extranjeros y se apuntaba a la pena de muerte como la condena más posible. Rodolfo Sancho, con García Montes y los criminólogos Carmen Balfagón y Ramón Chippirrás volaron el sábado a Tailandia. “Ha sido largo pero estamos tranquilos y muy confiados en el resultado de nuestro trabajo”, explicó García Montes el lunes en conversación telefónica con Lecturas antes de tomar el avión que los trasladó a los cuatro a Samui, donde se instalarán hasta la lectura de la sentencia. Marcos y Rodolfo tienen autorización para visitar a Daniel en prisión el martes y el miércoles. 

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