Lo suyo ha sido una historia casi de cuento de hadas pues, según ha confesado el príncipe Harry en su primera entrevista tras anunciar su compromiso con Meghan Markle, se enamoraron “increíblemente rápido, parecía que las estrellas estaban alineadas”. Un amor que comenzó en el año 2016 con una cita a ciegas gracias a una amiga en común y que tendrá su punto álgido la próxima primavera con una boda que promete ser uno de los eventos más importantes del 2018.
“Lo único que le pregunté a mi amiga cuando dijo que quería presentarnos, fue, "¿es agradable?" Era todo lo que necesitaba saber para acudir a la cita”, explicaba Markle. Harry, por su parte, confesaba que se enamoró casi al momento y apenas dos citas después viajaron hasta Botsuana, en África, donde se produjo la magia, “acampamos juntos bajo las estrellas, fue absolutamente fantástico”, contaba Harry.
A partir de ahí comenzó una relación basaba en la discreción que, sin embargo, terminó por afectar a la actriz, quien afirmaba que lo más duro de ser novia del príncipe británico ha sido el verse convertida en un personaje público. “La gente cree que por mi trabajo como actriz yo estaba acostumbrada, pero no es verdad. Llevaba una vida relativamente normal hasta que conocí a Harry. Entonces empecé a verme en los medios cada día”, explicaba. “Decidimos no leer nada, ni bueno ni malo, centrarnos en vivir nuestro noviazgo”, completaba el nieto de la reina Isabel II.
Además, la estadounidense aprovechó para hablar sobre sus orígenes y toda la polémica que se generó sobre el hecho de que su padre sea blanco y su madre afroamericana: “Al final estoy orgullosa de quién soy y de dónde vengo. Nos hemos centrado en lo que somos como pareja”.
A pesar de que toda la entrevista fue interesante, uno de los puntos álgidos tuvo lugar cuando Harry y Meghan contaron, con mucha naturalidad, cómo fue el momento de la pedida. “Fue una sorpresa increíble. Muy dulce, natural y muy romántico. Se puso de rodillas”, contaba una radiante novia. “Ni siquiera me dejó terminar. Me dijo, "¿ya puedo decir que sí?”, seguía narrando el príncipe, “luego hubo abrazos, yo seguía con el anillo en mi mano y le dije, "¿te puedo dar el anillo?”.
El anillo fue precisamente otro de los protagonistas de aquella noche en la que los jóvenes, que estaban preparando pollo para cenar, decidieron unir sus vidas. Se trata de una pieza muy simbólica, pues está diseñada con dos joyas que pertenecieron a Diana de Gales, “de oro amarillo porque es su favorito y la piedra principal y los pequeños diamantes son de la colección de joyas de mi madre. Una forma de asegurarnos que ella está con nosotros en esto, en este viaje loco juntos”. El diamante central es de Botsuana, un lugar ya mágico para ellos.
Además, la pareja tiene ya fecha y lugar de boda, según ha desvelado un comunicado de la Casa Real británica: "El matrimonio de Harry y Meghan tendrá lugar en mayo de 2018 en la Capilla de San Jorge en el Castillo de Windsor. Su majestad la reina ha dado permiso para que la boda tenga lugar en la capilla. Más detalles serán anunciados a su debido tiempo". Se trata de la misma capilla con capacidad para 2.000 invitados en la se casaron que el príncipe Carlos y la duquesa de Cornualles en 2005.