Cuando el príncipe Haakon de Noruega decidió casarse con Mette Marit Tjessem, una madre soltera de “pasado” salvaje, según su propia definición, las bases para acceder al modo princesa se quedaron en la mínima. Luego ha resultado que Mette Marit tampoco ha sido un desastre, aunque una vez pasada su etapa de belleza y lozanía, la futura reina de Noruega se ha quedado en nada. Antiguamente, los príncipes y resto de miembros de familias reales que decidían casarse con personas poco convenientes quedaban automáticamente excluidos de la línea de sucesión y santas pascuas, pero hubo un momento en el que se tuvo que derogar ese principio en aras a la modernización de la monarquía con el riesgo de convertirla en una serie de televisión.
Ahora el que ha dado el cante es el príncipe Enrique de Inglaterra quien, en un gesto sorprendente, ha protestado, mediante un comunicado oficial, del trato que la prensa está dando a la actriz Meghan Markle su “girlfriend” es decir novia según se la nota facilitada por Kensignton Palace, la residencia oficial del príncipe de Gales, de la que dependen sus dos hijos. Vaya, otra novedad, hasta ahora en las casas reales no se confirmaban los noviazgos hasta el compromiso oficial pero, en esta ocasión, y a diferencia de las anteriores relaciones de Harry, el muchacho ha pillado tal rebote por las críticas que se hacen a la muchacha que debe haber obligado a su padre a que la casa real salga en defensa de Meghan. La relación de los tabloides ingleses con los miembros de la casa real inglesa siempre ha tenido dos caras, y en todos los diarios existe el corresponsal oficial que trata de mantener buenas relaciones con Buckingham Palace y luego otros especialistas, más salvajes, que van a degüello. Descubrir que el príncipe Enrique, de 32 años, mantenía una relación con una actriz canadiense, mulata y tres años mayor que él era un temazo que no podía pasarse por alto. Meghan tiene todos los elementos para ser carne de paparazzi y su novio en vez de quejarse debería haber elegido un poco mejor o protegerla con un compromiso formal.
Ser actriz y aparecer ligera de ropa, o directamente desnuda, en algunas escenas subidas de tono no presupone, lógicamente, que la chica tenga un comportamiento amoral en su vida privada pero sí indica cuáles son los gustos del hermano del príncipe Guillermo. A estos príncipes modernos les va la marcha y, abierta la veda de la libre elección de pareja, tienden a irse al otro extremo. Antes solo podían casarse con princesas pudorosas y ahora se fijan en mujeres poco convenientes, si lo que se pretende es ofrecer un comportamiento ejemplar.
Es verdad que durante siglos, reyes y príncipes se casaban con mujeres de sangre regia pero perdían la cabeza por las de sangre caliente. No hay que darle más vueltas, Enrique se ha presentado en palacio con una chica que no reúne ninguna de las condiciones para entrar en la familia real y aunque tiene derecho a enamorarse de quien quiera también tiene la obligación de renunciar a todas sus prebendas como hijo del actual príncipe de Gales y no utilizar sus poderes para arremeter contra los que han puesto en evidencia la inconveniencia de esa relación. Seguro que Meghan Markle es una chica estupenda y que se merece un príncipe o un artista, que cantaría María Jiménez, pero si los príncipes actuales siguen utilizando su posición para ratificar su singularidad no pueden, al mismo tiempo, exigir que no se les juzgue o critique.