'Supervivientes 2018' se estrena ya. Todos los concursantes están ya mentalizados para la primera gran prueba a la que van a tener que enfrentarse: el salto desde el helicóptero y el recorrido que van a tener que hacer a nado hasta alcanzar tierra firme. En estas últimas horas, les hemos visto mostrando los enseres que se llevan a esta aventura y cómo van a afrontarla. Sin embargo, en el momento de aceptar ir a Honduras, ¿habrán echado un vistazo a los efectos brutales sobre los concursantes de ediciones anteriores? El hambre, las condiciones metereológicas extremas, las picaduras, la incomodidad de estar a la intemperie y, sobre todo, la convivencia con el resto de compañeros han pasado en todos los casos como una apisonadora sobre su fortaleza mental y física.
El año pasado vimos a José Luis Losa, ganador de la edición, sufrir lo indecible, hasta un cólico en directo. Rafa Lomana, en 2014, protagonizó alguna de las imágenes más impactantes que se han visto en el programa. Rosa Benito, Mila Ximénez o Toni Genil se convirtieron en personas supervivientes de un infierno terrenal. Y es que el programa es una experiencia inmersiva y envolvente que puede sacar lo mejor y lo peor de cada uno de los participantes, pero a cambio de consumirles hasta extremos desconocidos para ellos.
¿Se puede describir la experiencia del concurso como un 'detox' a lo bestia? Aunque las transformaciones son igual de asombrosas, para otros su participación les ha hecho ganar detalles más interesantes, como en el caso de Edmundo Arrocet, que dejaba atrás sus tintes capilares, o Diego Matamoros, que acabó con un 'look' mesiánico.
Nacho Vidal, Yola Berrocal, Suso o Alejandro Caracuel, ni siquiera se libraron tampoco de las consecuencias de vivir como robinsones de la noche a la mañana.