Hace ya varios días que vimos por primera vez a Daniel Sancho (29 años) hablando y moviéndose mientras explicaba como se sucedieron los hechos que dieron lugar al asesinato de Edwin Arrieta (44 años). Si las últimas imágenes nos mostraban al hijo de Rodolfo Sancho (48 años) en el interior del bungalow en el que sucedió el crimen, ahora hemos visto al chef moverse por la ciudad, mostrando a los agentes algunos de los lugares que visitó antes de la llegada del médico. Uno de esos lugares es la recepción del hotel, donde ha mostrado su preocupación por haber perdido un objeto muy importante que había pertenecido a su abuelo, el inigualable Sancho Gracia.
Durante toda la reconstrucción del crimen, no se ve a hablar a Daniel de si mismo. No dice nada de que sentía, ni en que pensaba. Su relato es absolutamente frío y racional, sin dejar espacio a aspectos personales. No obstante, en las nuevas imágenes que 'Y ahora Sonsoles', hemos visto una versión más cercana del chef.
¿El motivo? Daniel ha mostrado muchísima preocupación por recuperar un objeto en concreto. Era en el momento en que él y los investigadores se acercaban a la recepción del hotel cuando Sancho no ha podido evitar mostrarse inquieto por la localización de sus pertenencias. "Yo dejé mis zapatos, algo de ropa y un sombrero", dice el hijo de Silvia Bronchalo a la recepcionista, queriendo saber dónde se encontraban sus pertenencias.
Uno de los agentes, al escuchar su pregunta de Daniel, le explica que la bolsa negra que se llevaron el otro día es donde estarían todos esos elementos. Es entonces cuando Sancho expresa su preocupación por uno de ellos. "¿Podéis cuidar del sombrero? Porque era de mi abuelo y no quiero perderlo", ha pedido, mirando de un policía a otro. Así, el presunto asesino de Arrieta habría llevado con él un sombrero con un gran valor sentimental, ya que pertenecería a su abuelo, el famoso Sancho Gracia.
La vida de Sancho Gracia, el inolvidable 'Curro Jiménez'
Félix Ángel Sancho Gracia, más conocido por sus dos apellidos, se convirtió en un referente dentro del mundo de la interpretación al protagonizar la serie 'Curro Jiménez'. Inolvidable y queridísimo por el público, Sancho era un hombre amantísimo de su familia: de su mujer, la periodista uruguaya Noela Aguirre, de sus tres hijos, Rodolfo, Rodrigo y Félix, y de su nieto Daniel.
El joven nació cuando el actor aún era un hombre joven, apenas unos 58 años. Cuando se enteró que su hijo iba a ser padre a una edad tan temprana, no dudo en dejarle las cosas muy claras. "Querido Rodolfo, en la vida hay que asumir las responsabilidades. La criatura no tiene culpa de nada, así que a trabajar y a cuidar al niño", afirmó en su momento. El propio Rodolfo reconoció, años después, que la paternidad le cambió por completo. "La vida me cambió. Yo era muy golfo. Era un desastre y la paternidad me vino estupendamente", declaró a LOC en 2015.
Pero no solo Rodolfo se volcó en el pequeño Daniel. Sus tíos, Rodrigo y Félix, y, por supuesto, sus abuelos Sancho y Noela, acogieron al pequeño Daniel como una bendición. Daniel siempre fue un niño cariñoso y familiar, que llenó de alegría a la familia del inolvidable 'Curro Jiménez'.
El único momento de tensión de Daniel Sancho durante la recreación del crimen de Edwin Arrieta
Las imágenes que 'Y ahora Sonsoles' ha ido mostrando como Daniel explicaba los hechos con una gran frialdad y calma a la hora de narrar los hechos. No obstante, durante la reconstrucción hay un instante de tensión que ha llamado la atención. Durante la recreación, el joven cuenta cómo comenzó la discusión, el puñetazo que le propinó y cómo desplazó a Edwin hasta el lavabo, donde volvió a golpearle hasta acabar con su vida.
Después, lo metió en la ducha, donde abrió el agua para limpiar la sangre, y justo después, procedió al desmembramiento. Es en ese momento donde Daniel protagoniza un momento de tensión. Los investigadores le piden que recree cómo descuartizo a Arrieta, preguntándole si comenzó por la mano. Entonces, con la mirada muy seria y con un gesto tenso, Sancho pregunta: "¿Es realmente necesario?". Los policías parecen notar su cambio de actitud y acceder a dejar pasar esa información.
Además de esta tensión, hay otro instante en que Daniel no puede evitar derrumbarse frente a los agentes: el momento en que le preguntan si metió los restos de Edwin en el frigorífico. "¿Lo dejaste en dos partes en el frigorífico¿ ¿Arriba también lo pones?", pregunta uno de los policías. El chef señala el electrodoméstico y murmura un "ahí", antes de necesitar sentarse y agarrarse la cabeza con las manos.
Los investigadores parecen compadecerse de él al verle abatido. Uno de ellos le acaricia la espalda y otro le ofrece un vaso de agua. Nervioso, Daniel se vuelve a levantar y explica que ya ha contado cómo fue. La policía insiste en qué hizo después y él, estresado, responde rápidamente. "Fui al mar y volví, fui al mar y volví", repite.