Pocas veces habíamos visto a una Mila tan destrozada. “Tengo la piel dura...”, bromeaba entre lágrimas ante la entrevista más desgarradora. Y eso que había acudido al Chester para hablar de verdades, mentiras y las consecuencias de la posverdad. Pero Risto siempre consigue que sus invitados acaben abriéndose en canal. Mila lo hizo anoche al recordar su paso por Crónicas marcianas. Fue su salvación pero también su mayor error. Y si pudiese, lo borraría de su vida...
La grandeza de los grandes entrevistados es que, a pesar de las muchas veces que hayan podido sincerarse, consigan mantener la atención. No es nada fácil -tan solo hay que pensar en algunos habituales al Deluxe- pero puede lograrse. Anoche mismo, Mila Ximénez lo consiguió. Es uno de los rostros más populares, una de las colaboradoras que más horas hace y ha hecho en televisión pero, con todo, sigue siendo un misterio. ¿Qué hay detrás de esa imagen de mujer fuerte, guerrera y avispada? ¿Qué se esconde tras una de las grandes protagonistas de la crónica social de las últimas décadas?
Imaginábamos que iba a ser una entrevista dura pero no que iba a llegar hasta ese punto. Mila se entregó al Chester como todo buen entrevistado debe hacer: sin miedo y con los brazos abiertos. Habló de todo y de todos, pero su trago más amargo fue al recordar su paso por Crónicas marcianas. “Yo pensaba que nunca iba a levantar cabeza”, explicaba la colaboradora. Vivía su etapa más difícil cuando, de repente, sonó el teléfono y le ofrecieron volver a televisión. Dijo que sí, claro. Lo hubiese dicho a cualquier proyecto.
“Yo hubiese hecho lo que me hubiera pedido”, intentaba argumentar muy emocionada. “En aquella época, cobraba medio millón de pesetas por programa y hacía tres días”. Después de haber tocado fondo, Crónicas hizo que Mila reviviese. Fue la solución económica que necesitaba pero también le supuso mucho a nivel personal. “Para mí fue la actuación más... la colaboración más humillante”. Ni siquiera podía encontrar las palabras exactas para definirla.
“Éramos como cerdos metidos en el corral. Era todo insultar y ver quién insultaba más. A ver quién era el más cruel”, aseguraba. “Jamás volvería a hacer un programa como ese”. Las lágrimas irrumpían en el rostro de la colaboradora, que incluso se sorprendía por mostrarse tan vulnerable. “Para mí fue lo peor. Me arregló la vida pero me ha quedado una herida muy profunda”. Risto dejaba espacio a la colaboradora para que se liberase.
Ni su relación con Santana, ni su enfrentamiento con Isabel Pantoja. Nada había conseguido afectarla tanto como los años de Crónicas. De hecho, aquella experiencia marcó tanto su vida que tuvo reticencias al entrar en Sálvame. En un primer momento dijo que no cuando Jorge la llamó. Por suerte, cambió de tercio y subió al proyecto. Ahora, no entenderíamos el programa sin Mila. Es, sin duda, el ejemplo perfecto de colaboradora. Aunque, como ha contado muchas veces en su blog, le cueste sobreponerse a los golpes.