El presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, durante la visita de Bertín Osborne a su casa, ha descubierto los pasajes más personales de su vida, en donde tiene un lugar destacado el fallecimiento de su hermano, el suceso más trágico que recuerda.
Jaime, que así se llamaba su querido hermano, era propietario de una discoteca, a la que él acudía a echar una mano de vez en cuando. Una noche, después de trabajar, el político salió antes y se marchó a casa. En otro coche iban su hermano y tres amigos, que vieron un fatal accidente. “A la hora de estar en casa me llamaron y me lo dijeron. Los tres chicos habían muerto y mi hermano estaba muy grave”. Revilla insistía en que su hermano nunca bebía, y descartaba esto como posible causa del accidente.
“Mi hermano duró 12 horas. Imagínate. Fue terrible. No es que los dos fuéramos hermanos, es que él me adoraba, me tenía mitificado. No puedo olvidarle”. Al recibir la noticia, él perdió la consciencia y se desmalló debido a lo impactado que quedó. Además fue de las últimas personas en verlo con vida. Lo que no podía imaginar es que aquella madrugada, cuando se despidieron tras la jornada de trabajo, iba a ser la última que lo hicieran.
Jaime falleció con 30 años, y Miguel Ángel está convencido de que su muerte prematura también jugó un papel desencadenante en el empeoramiento de la enfermedad de su madre, que padecía cáncer.
El cántabro no podía evitar secarse las lágrimas cuando lo recordaba, de quien destacó “lo buena gente que era”. También se lamentó de que sus padres no hubieran llegado a conocer sus triunfos políticos puesto que cuando él se convirtió en presidente los dos ya habían fallecido.