"Lo importante no es el título, sino lo que representamos"

Actualizado a 26 de abril de 2013, 14:19

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Imagen reforzada. Proximidad, entereza, sencillez, sentido del humor. Todo eso mostró –así lo han visto la prensa y las redes sociales– la pareja real holandesa en el 'prime time' televisivo.

Guillermo Alejandro y Máxima salieron muy airosos de la entrevista de 54 minutos que ofrecieron a la televisión pública NOS y a la cadena privada RTL4.

La vaca Bertha 38

Especialmente Guillermo, que llevó la voz cantante. El comentarista televisivo del periódico Volkskrant tituló: "Futbol verbal con el 80% de posesión del príncipe". Y hubo un momento divertido que ha hecho famosa a una vaca holandesa, Bertha. Fue cuando el príncipe comentó por qué no ha querido llamarse Guillermo IV: "Miren, yo he sido toda mi vida Guillermo Alejandro, y me parecería muy extraño cambiar ahora, después de 46 años, Alejandro por un cuatro". Y añadió, con una carcajada: "Guillermo IV me suena a Bertha 38 en el prado". Bertha es una vaca lechera. Los granjeros dan a las vacas un nombre y van numerando a sus sucesivas crías. En estos momentos hay en Holanda 93 vacas que se llaman Bertha 38 (lo que no es mucho teniendo en cuenta que la cabaña total es de 1,5 millones de vacas).

Un año en secreto

Guillermo Alejandro desveló que hacía un año que habían hablado con su madre sobre la abdicación, con fecha incluida. El secreto lo mantuvieron los tres y aseguró que no fue difícil guardarlo aunque una vez, dijo riendo, Máxima tuvo que darle una patada por debajo de la mesa porque a él casi se le escapó el secreto. 

Sobre el trato protocolario, la pareja se mostró muy abierta: "¿Majestad, Señor? Da igual: no tengo una obsesión por el protocolo, la gente puede dirigirse a mí como crea conveniente", dijo él. "A mí todo el mundo me llama Máxima y no me importa si me llaman princesa o reina, lo importante no es el título sino lo que representamos", agregó ella.

Máxima dijo que la ausencia de sus padres en la ceremonia la decidieron entre todos y que para ella no constituye un problema emocional tan profundo como lo fue su ausencia el día de la boda. Máxima casi se emocionó cuando Guillermo Alejandro se refirió a su hermano Friso, que sigue en estado de coma en Londres. El príncipe aseguró que para toda su familia esta había sido una gran tragedia: "Los tres hermanos crecimos juntos con una diferencia entre nosotros de dos años y medio, de manera que hemos estado siempre muy unidos"- Y no quiso dejar de añadir que el día 30 pensará mucho en él.

Las hijas, en su sitio

Sobre sus hijas, el príncipe aseguró que están perfectamente al tanto de la situación y comprenden su significado. "La princesa Amalia sabe que se convertirá en heredera, pero nosotros amamos a nuestras tres hijas por igual, no haremos distinciones y protegeremos a Amalia hasta que cumpla los 18 años, que es cuando empezará a participar en actos oficiales. Queremos que vivan como niñas, en su entorno y crezcan con naturalidad".

El príncipe confesó que ya tiene escrito el discurso de investidura, que ha trabajado con sus ayudantes, y Máxima no dudó en reconocer que para que las cosas salgan bien hay que ensayarlas y que, naturalmente, el día antes de la investidura van a ensayar todos los movimientos en la Iglesia Nueva de Amsterdam.

–¿Está nerviosa?–, preguntó el periodista.

–Todavía no –respondió Máxima. Y Guillermo Alejandro: "Los nervios crecerán a medida que se acerque el día 30, y esto es bueno, la tensión es positiva, pero estamos convencidos de que será una jornada maravillosa". Alguna protesta habrá, terció el periodista. "Claro, ningún problema: las protestas están permitidas. Siempre", respondió el príncipe, contundente y sin dudar.

Atentado y susto

La pareja se refirió también al atentado que vivieron en el desfile del Día de la Reina de hace unos años en Apeldoorn cuando un desequilibrado estrelló su coche contra la gente y provocó varios muertos. Máxima contó que durante un tiempo se asustaba al oír un frenazo cercano y que tuvo cierta aprensión en los actos públicos pensando en el posible daño que podía sufrir la gente a su alrededor más que en el propio. Su marido confesó que un mes después del atentado estaba frente a las Naciones Unidas en Nueva York cuando de repente un taxi hizo retumbar una tapa de alcantarilla. "Me lancé a los brazos de mi ayudante", dijo. "Y creía que lo tenía superado, pero fue una reacción instintiva".

No volverá a ocurrir

El príncipe no rehuyó ninguna pregunta. Y los periodistas no perdieron la ocasión de preguntar por la lujosa villa de vacaciones que la pareja se construyó en Mozambique y que se vio obligada a vender a causa de las críticas que suscitó debido a la crisis económica. Respondió el príncipe: "Somos humanos, nos equivocamos, la gente comete errores y yo voy a seguir cometiendo en el futuro. Eso está bien siempre que sirva para aprender de ellos y que no vuelva a ocurrir. Aprendimos de este error y también nos sirvió para nuestra preparación para reinar".

–Usted se convertirá en Rey en medio de una crisis económica. ¿Qué significa eso para usted?

–Que debemos salir de ella. Y que no lo haremos si solo trabajamos individualmente. La fuerza de los Países Bajos está en trabajar juntos, en los barrios, en las ciudades, en todos los ámbitos. Sólo así lo superaremos. Y el rey puede tener un papel en mantener esta unidad, la continuidad y la estabilidad de la nación, pero a la vez un rey del siglo XXI ha de adaptarse a la sociedad de nuestro tiempo, comprenderla, representarla e impulsarla".

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