A corazón abierto. Así se ha sincerado Jordi Cruz en numerosas ocasiones. El que es el jurado más exigente de 'Masterchef' vive una segunda vida junto a su familia. Feliz y encantado con la paternidad, Cruz combina su trabajo en la cocina con su faceta televisiva. El chef se sentaba con Risto Mejide y confesaba algunos de los aspectos menos conocidos de su vida y su personalidad. Cuando la temporada del 'talent' de cocina ha sufrido uno de sus episodios más dramáticos, recordamos las confesiones de Jordi Cruz.
¿Siempre tuviste claro que querías ser cocinero?
Me sentía muy burro, muy pequeñito. ¡Y más en los estudios! Era malo en casi todo. Pero vi que algo se me daba bien. Quería reproducir lo que mi madre cocinaba. Vi que para eso tenía virtud, tenía talento, y que por ahí podía ganarme el cariño, que me dijeran: “Mira, el chaval no es tonto”.
Era eso o delincuente, ¿no?
He hecho muchas... Robé dinero a mi madre para comprar chuches para los chicos de clase. Siempre era el último, el borrico, y buscaba el cariño, tener amigos. De las tres hostias que me ha dado mi madre en mi vida esa ha sido una.
¿Y las otras dos?
Un día que nos fuimos a robar neumáticos; y cuando tendría unos quince años y una chica muy mona me dijo que fuéramos a tomar algo. Nevaba un montón y a la una del mediodía suspendieron las clases. Yo llegué a casa de noche...
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¿Qué es tu madre en tu vida?
Es un referente. Mi padre con doce años estaba en una fábrica, curró todo lo que pudo por hacer felices a los demás y creo que se frustró y se enfadó con la vida. El padre que yo conocí en los últimos años era un padre con tendencia a estar enfadado. Si le sumas que no fueron años fáciles, seis hijos... Mi madre ha regalado su vida a la familia. Es una heroína y quiero corresponder su sacrificio.
Sufres más por ellos que por ti.
Sí. Yo soy de silicona. Tengo la misma enfermedad que mi padre, que a veces no sabes sentir.
¿Te dijo ‘te quiero’ alguna vez?
Nunca me lo dijo. Ni yo a él. Si alguna vez he rezado fue por decir ‘te quiero’ a mi padre antes de que muriera. Tenía alzhéimer y el día que murió yo hice la última guardia. Miré en esos ojos en los que ya no había nada y pude decirle: “Te quiero”. Murió a las dos horas. Espero que lo escuchara. Él no tenía la habilidad de ser cariñoso y seguro que lo era. A mí me pasa lo mismo, me cuesta mucho expresarme. Le debo mucho a mi padre porque supe que no quería ser así, como él.
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¿Eres narcisista? Has salido luciendo cuerpo en una revista…
Nunca me he visto majo. Nunca me llamaron guapo antes de ‘MasterChef’. Pasé de ser un gordito gracioso a que me dijeran guapo. Pero soy muy competitivo y venía de estar lechón, así que quería ponerme en forma.
¿Piensas que no eres guapo?
Reconozco que tengo una voz bonita, los ojos de mi abuela, que no son feos, pero lo demás es más normal que la leche.
Escríbeme tu epitafio.
Espero haberlo hecho bien. Pero no quiero agobiarme. Quiero que mi madre sea feliz. Llevarla a dar la vuelta al mundo, a Egipto. En estos últimos años la he tenido abandonada. Es una deuda.
Las confesiones con Vicky Martín Berrocal
“Hay mucha gente que se queja del aburrimiento. Yo disfruto del aburrimiento. Ese ratito de pararte en el sofá me hace sentir bien". Jordi Cruz fue uno de los invitados de Vicky Martín Berrocal en su podcast 'A solas con'. El chef se sinceró sobre su nueva vida tras la paternidad. "La pandemia me sirvió para descubrir que en mi casa tenía un nido: puse el nido bonito y encima me enamoré, me casé y nació un niño que me ha hecho tener miedo a morirme. Antes no lo tenía pero ahora sí lo tengo”.
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"Le quiero proteger y quiero estar ahí para que no le falte de nada. Antes me podía morir porque nadie me necesitaba para nada. Ahora sí me necesitan”, explicaba. “Mi hijo es bueno. Me han regalado algo que no me merezco. Es guapo, es bueno... Ha salido a la madre, lógicamente. La gente dice que todos los niños son así pero no. Se pone enfermito y llora lo justo, duerme del tirón... Si el segundo me sale malo, no pasa nada, me compensa. El segundo podrá parecerse a mí”.
Jordi Cruz no suele referirse a su faceta más privada. A su mujer y su hijo. Pero con Vicky sí quiso sincerarse. “Desde que estoy con ella, siempre que he pensado 'mira esa chica, qué guapa' automáticamente me he sentido mal, como si estuviese faltando al respeto a alguien. No me había pasado nunca", explicaba.