La del humorista Eugenio es una historia que se cuenta entre carcajadas pero también secándose las lágrimas. Por que en su vida, como la de casi cualquiera, no hay risa sin llanto. Y la de este catalán de vodka naranja y cigarro a medio encender no fue menos.
Le recuerdas en un taburete, detrás de unas gafas de sol ahumadas y con una camisa negra. Eterno uniforme que vestía una y otra vez en cada actuación. Esta decisión no obedecía a una preferencia estética, era un homenaje. Una manera de tener cerca y jamás olvidar a la mujer que cambió su vida para siempre, Conchita.
Eugenio y su mujer Conchita, un amor de película
El pasado 1 de noviembre se estrenó en los cines ‘Saben Aquell’, dirigida por David Trueba , una película que se propone contar el lado más privado de un humorista que acarició el cielo y el infierno. Pero, por encima de todo, el film es una historia de amor, la de Eugeni Jofra y Conchita Alcaide, enamorados y capaces de todo, incluso, de realizar los mayores sacrificios y de llorarse para toda la eternidad.
Aunque los planes de Eugenio y Conchita pasaban por triunfar juntos en el mundo de la música. La vida les deparó otras cartas. Él iba a ser joyero y ella era delineante. Pero estamos en los años 60 y la música de los cantautores les atrapa de lleno. Armados con una guitarra se convertirán en Els Dos, Los Dos, un grupo que a pesar de que no muchos recuerdan los comienzos del humorista en la música tuvieron cierto éxito e, incluso, fantasearon con la idea de representar a España en el Festival de Eurovisión.
Eugenio, cantante antes que humorista
“Comenzó dando golpes a una guitarra acompañando a mi madre, que era la artista. Recorrían pubs donde tocaba. Siempre sentado en un taburete, con su tabaco, cenicero y su vodka con naranja, exactamente igual como haría años después”, dijo su hijo Gerard Jafra, hijo del matrimonio a Sport hace unos años.
Els Dos seguían la estela de otros como Sergio y Estíbaliz, o Romina y Albano, Eugenio y Conchita proponían una canción melódica con mensaje esperanzador, “todo lo que un hombre sueña se puede lograr”, cantaban en 1970 mientras recorrían locales donde Eugenio también se encargaba de ‘entretener’ al público con sus chistes y anécdotas. Y fue ahí donde estuvo su auténtico filón.
“Conchita le hizo como artista”
Conchita lo vio de momento. Su marido provocaba en la audiencia una reacción inusitada y para nada buscada. Se reían con él, con su manera de contar las cosas. Y, entonces, tomó una decisión, sería él quien triunfaría. Sería él quien llenaría teatros. “Mi madre le hizo como hombre y como artista”, dijo Gerard en una entrevista a El País.
El catalán era magnético. En el momento en el que pisaba un escenario, las miradas se dirigían a él de inmediato. Los silencios alimentaban las ganas de explotar en unas enormes carcajadas. Todos esperaban que acabase la canción para escuchar qué tenía que decir el de casi metro noventa. Y así, poco a poco, dejó de existir un dúo musical para dejar paso solo a él, a Eugenio.
La esposa de Eugenio se hizo a un lado. Guardó en la funda de su guitarra su deseo de ser cantante y se postuló como su mejor compañera. Le mantenía a flote. David Trueba, director de ‘Saben Aquell’, describe su relación: “El personaje estaba destruido mucho antes de su éxito. Veo a Eugenio como a una persona que flota en una piscina. Mientras Conchita, su primera mujer, le sujeta, no se ahoga, pero en el momento en que ella desaparece se hunde”, dice al Heraldo.
Conchita desaparece de una manera prematura, injusta y triste. Con apenas 39 años, fallece debido a un cáncer de mama que deja a dos niños pequeños, Gerard e Ivens, sin madre y a un marido que se siente completamente perdido sin su luz guía. Sin Conchita, ya no existe la luz, solo oscuridad. Como oscuridad mostrará a partir de entonces en el escenario. En 1980 y a él le vamos a empezar a ver lucir un dúo que no le abandonará nunca: camisa y pantalón negros. Tiene 37 años, se acaba de quedar viudo y la ausencia de la mujer que le enseñó todo se hace insoportable.
¿Por qué Eugenio vestía de negro?
A partir de entonces, el humor sería su refugio y su medicina. “Con los chistes él se evadía de la tristeza de su vida, de quedarse viudo con unos niños de 9 y 11 años. El humor en el escenario lo usó para sobrevivir en esa sociedad de la que se sentía tan crítico”.
El negro de su vestuario empezó teniendo una función práctica, porque era “una manera de mantener la atención del público, con el foco sobre él y el humo de su cigarrillo; creando un ambiente de atención máxima sobre su figura”, desvela su hijo mayor. Pero, cuando Conchita le dejó, además de su uniforme, se convirtió casi en un homenaje a la mujer que más le apoyó. Quien le creó y quien creyó en él. Así, no se desprendía de su energía y se vinculaba a ella.
Las otras mujeres de la vida de Eugenio
En 1986, Eugenio volvió a enamorarse. Necesitaba compartir su vida con alguien, como volvería a necesitarlo más adelante. Se casó con Conchi Ruiz y fue padre de nuevo. Pero para entonces ya estaba sumido en una espiral de autodestrucción que ‘Saben Aquell’ ni relata ni muestra. La amargura de la persona tras el personaje no le interesa al cineasta, aunque el hijo de Eugenio no ha dudado en hablar de ella.
Una vida de excesos que acabó de manera prematura, a los 59 años y mientras estaba en un conocido restaurante. Acababa de conocer a su nieta. Su cuerpo dijo ‘hasta aquí’ y cayó fulminado.
“Era un niño grade”, explica su hijo que no vio con buenos ojos la tercera y última relación de su padre. “Se metió en ella por miedo, y eso acabó con él. Esta mujer le apartó de todo y le destruyó”, sentenció Gerard en La Vanguardia.
Eugenio dejó un legado imposible de borrar de chistes, de cassettes rebobinados y de carcajadas con sabor a vodka naranja. Pero también fue humo y luto obligado.