La novia apenas era una adolescente cuando, con voz trémula, le dijo al sacerdote que sí quería a ese hombre alto, con un andar diferente al resto, provocado por un accidente de coche que si no le costó la vida, sí su carrera futbolística. Los contrayentes son Isabel Preysler y Julio Iglesias, que se casan enamorados pero, también, obligados por las presiones de la época. Es enero de 1971 y bajo el vestido de la novia hay un secreto que ellos se afanan por preservar.
Ella encadena sonrisas ¡Vamos, Isabel, es el día más feliz de tu vida! Con amargas lágrimas. Esto no era lo que ella había planeado cuando viajó desde Manila hasta Madrid para estudiar Secretariado Internacional. Le esperaba una vida de fiestas, encuentros con personalidades interesantísimas de las que iba a aprender mucho y eventos en los que tendría las conversaciones más estimulantes. Pero todo eso, de un plumazo, se ha acabado. Se casa con un truhan, con un señor; pero, también, con un hombre chapado a la antigua, que no le va a permitir desempeñar otras funciones que no sean la de madre cuidadora. Un rol que le llega demasiado pronto en la vida, pues apenas ha dejado atrás las niñerías. Él es algo mayor, tiene 27 y ya triunfa en la música tras haber ganado el Festival de Eurovisión. “Isabel es una chiquillia, y yo estoy enamorado de su carácter, belleza e inteligencia” recoge Lecturas en el año 1971. Se conocieron en una fiesta solidaria en la que ella no le hizo ningún caso. Pero él había quedado enganchado a su magnetismo.
El noviazgo entre Isabel Preysler y Julio Iglesias ha sido breve, pero las prisas obligan. A ella le habría gustado que las cosas fueran de otro modo, pero son como son. El artista le pide en numerosas ocasiones que se case y ella, al final, acepta. Criada en una familia muy tradicional y católica, sabe que acabará teniendo que decir que sí. Y cumple. Mientras se abre paso a codazos hasta el altar, se le escapan las lágrimas. Luego mira a Julio, que le transmite seguridad, y sonríe. Aunque los nervios no se van.
Es una novia de invierno, sencilla, elegante. Isabel Preysler ha encontrado en una pieza de Mercedes Sorjel el vestido ideal. Cuello vuelto, cintura y falda amplia. Perfecto. Es justo lo que necesita en ese momento. Lleva un ramo que ella misma ha elegido, formado por cinco rosas blancas.
Hay mucha expectación por el inesperado enlace, pocos sabían que Julio Iglesias tenía novia cuando este anunció su compromiso semanas atrás. Además, ella es completamente desconocida, ¡y extranjera! Lo que contribuye a la leyenda de mujer misteriosa que siempre le acompañará. Isabel Preysler estaba muy nerviosa, y las bromas en mitad de la ceremonia, no ayudaban. Cuando el cura preguntó si alguien se oponía al enlace, se oyó un grito: “¡Gwendolyn!”.
Tras la boda, se marchan de viaje de novios a Maspalomas, Gran Canaria, y, tras unos días de descanso, él volvería a sus conciertos y ella a instalarse en la casa de en el paseo de La Habana, que acaban de alquilar. Empieza la soledad.
“Isabel y Julio, boda y bautizo en el mismo año”, publicó Lecturas en 1971
La versión oficial asegura que en septiembre de 1971 nacía la primera hija de Isabel Preysler y Julio Iglesias. María Isabel, en lo sucesivo Chábeli, vino al mundo en Cascais, Portugal, hasta donde la madre se había trasladado para dar a luz. El artista se perdió el alumbramiento. Estaba de concierto.
Hace apenas unos años, Tamara Falcó felicitó a su hermana un 1 de agosto, dando aún más peso a lo que llevaba décadas diciéndose: Isabel Preysler se había casado embarazada. Y, cuando la niña nació, se dijo que había sido prematura. "Podría decir que nos casamos porque estábamos enamorados y sería verdad, pero lo cierto es que me quedé embarazada. Entonces parecía una tragedia no pasar por vicaría. El cura que nos casó a Julio y a mí, el 20 de enero de 1971, declaró que nunca había visto a una novia llorar tanto en su vida, estar tan, tan triste. Simplemente sentía que no era el momento todavía”, desvelaría la propia Isabel, por primera vez, en 2014. Fue una entrevista con Vanity Fair en la que habló, como nunca antes, de lo que supuso para ella quedarse embarazada con solo 19 años.
Cuando en diciembre de 1971 Isabel Preysler y Julio Iglesias nos abrieron las puertas de su casa en Paseo de La Habana, con motivo del bautizo de su hija, la pareja estaba feliz con la bebé. “No es muy llorona y apenas nos despierta”, nos confesaban, mientras sostenían en brazos a una hermosísima pequeña que de prematura no tuvo nunca absolutamente nada.
Chábeli, Julio José y Enrique. Y también todas las amantes de Julio Iglesias. En esa familia eran una multitud, mientras Isabel Preysler se quedaba más y más sola. Cuando, siete años más tarde, ella no pudo más, dijo eso de "tú me pediste muchas veces que nos casáramos, yo solo te voy a pedir una vez el divorcio". En 1978 su unión estaba disuelta.